Revista Cultura
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Con la muerte de Eduardo Torres Quintero, ocurrida en Tunja el 10 de mayo de 1973, desapareció la revista Cultura, que él había fundado en 1950 y que realizó uno de los recorridos más fecundos en las letras boyacenses. Como homenaje póstumo a su memoria, a los pocos meses de su fallecimiento se publicó el número final que el ilustre escritor —conocido como el caballero andante de la cultura de Boyacá— había alcanzado a corregir desde su lecho de enfermo.
Fue uno de los órganos culturales más prestigiosos del país y de él se sentía orgullosa la comarca boyacense. Muerto el director, se demostró que antes que las ciudades y las regiones son los hombres los que en realidad hacen la cultura.
Luego de tres ediciones posteriores, cumplidas por sus sucesores con gran esfuerzo, la revista entró en prolongado receso. Han corrido 18 años desde la muerte de Eduardo Torres Quintero, el insomne trabajador intelectual que no se dejó ganar la partida por falta de recursos oficiales (que él siempre halló con la linterna de Diógenes), o por indiferencia de los gobernantes de turno, y menos por desaliento del propio director frente a los conocidos escollos que surgen en este tipo de actividades.
Como director por largos años del Departamento de Extensión Cultural de Boyacá, le correspondió librar duros combates tanto para mantener la calidad de la revista como para hallar los fondos necesarios para sacarla al aire.
Respecto a la edición final, que no alcanzó a ver en circulación, me escribía lo siguiente en abril de 1972: “La Imprenta Departamental, donde edito Cultura, se quedó en mora de entregarme la edición, que ha debido salir en diciembre del año pasado. Estamos en el cuarto mes del nuevo año y todavía no aparece la consabida revista…» Transcurrió en las mismas condiciones el resto del año, y así continuó el comienzo de 1973 —cuando ya la salud de Torres Quintero acusaba grave deterioro—, y en definitiva no apareció ese número en vida suya. Todo esto señala lo que significa hacer cultura.
Ahora, con motivo de la Feria Internacional de la Cultura —programada a partir del 31 de mayo— que de nuevo realiza Boyacá como uno de los sucesos más importantes de la región, se reanuda la revista gracias al empeño del doctor Ramiro Abella Soto, director del Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá, y a la dedicación del doctor Octavio Rodríguez Sosa, quien venía actuando como secretario general de la entidad, y cuyo retiro resulta en realidad lamentable. Así se llega, luego de tan incomprensible silencio, al número 134. Este es un triunfo para la cultura boyacense.
Con este órgano cultural —el álter ego de Eduardo Torres Quintero, sangre de su espíritu— la tierra boyacense recibe aire fresco. Fue en sus manos una cátedra airosa, donde campeaban la gracia y la bizarría del pensamiento, la novedad de los temas, la defensa de la gramática y la hospitalidad al escritor de la tierra. Allí ventiló toda materia que revistiera interés para la comunidad, con apego a las tradiciones, la casticidad del idioma y los valores fundamentales del individuo.
Hay que confiar en que el actual entusiasmo editorial de la entidad rectora de la cultura boyacense —cuyo presupuesto lo cercenan a veces afanes menores— se manifieste en adelante con sucesivas ediciones de esta tribuna que tanta falta hace a Boyacá y al país.
El Espectador, Bogotá, 28-VI-1991.