Museos de Bogotá
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Valioso legado cultural entrega el alcalde Andrés Pastrana Arango, con el patrocinio económico de los cinco institutos descentralizados del distrito, al recoger en este libro esplendoroso publicado por Villegas Editores una muestra de los 34 museos que existen en Bogotá. Consta el libro de 240 páginas y más de 350 ilustraciones a todo color, y los textos llevan la firma de Enrique Pulecio Mariño.
La mayor referencia histórica que tiene una ciudad reside en sus museos. Preservarlos e incrementarlos, como debe ser función vigilante de toda sociedad culta, significa resguardar el pasado para afianzar el futuro. Dialogar con los museos es lo mismo que buscar nuestras propias raíces y el sentido de la nacionalidad. Hay que aplaudir este aporte grandioso que hace la administración Pastrana para que la gente halle el mayor patrimonio que enorgullece a Bogotá, por primera vez reunido en un mismo libro.
No es fácil conocer la totalidad de los museos, entre otras cosas porque se ignora la existencia de muchos de ellos. No todos saben, por ejemplo, que la ciudad cuenta con los siguientes lugares exclusivos: Museo Postal, Museo Nacional de Comunicaciones, Museo de Artes Gráficas, Museo de Trajes Regionales de Colombia, Museo de los Niños, Museo del Mar, Museo Francisco de Paula Santander, Museo Colombia, Museo Organológico Musical, Museo Militar, Museo de la Policía, Museo Ricardo Gómez Campuzano, Museo de Desarrollo Urbano, Museo de Arte Religioso, Museo del Siglo XIX.
Tenemos, además, otras obras de extraordinaria trascendencia. El Museo Nacional, que fue fundado por el general Santander en 1823, es el más antiguo del continente. Posee reliquias históricas de inestimable valor, y la casa (antiguo panóptico) es una de las construcciones más admirables de la capital. En el Museo de Arte Colonial, que funciona en el viejo claustro de la llamada Casa de las Aulas (construido en 1604), se conserva el más amplio legado de la Colonia.
El Museo del Oro, que tiene resonancia en el mundo entero, es el mayor templo de las culturas precolombinas que se ejercitaron en la elaboración de la orfebrería, la cerámica y el oro. Habiéndose iniciado con 335 piezas, la colección liega hoy a 45.000.
Una obra paralela en el campo de la cerámica orfebre y artesanal es el Museo Arqueológico Casa del Marqués de San Jorge, creado por el doctor Eduardo Nieto Calderón cuando ocupaba la presidencia del Banco Popular. Esta muestra consta de 16.000 piezas de cerámica precolombina y abarca todas las culturas del ayer legendario. Realización plausible la de este banquero que entendió (lo que no es usual) que las entidades financieras, fuera de producir dinero, deben preocuparse por el desarrollo cultural de la patria.
Cuado se quiera admirar las artesanías colombianas salidas de todas las regiones debe visitarse el Museo de Artes y Tradiciones Populares. En el Museo El Chicó, dedicado a la memoria de Mercedes Sierra de Pérez, que donó la vieja casona santafereña, el visitante se sentirá en la clásica hacienda sabanera, rodeado de muebles, porcelanas, vajillas y otros artículos de ambiente europeo combinados con objetos de la Colonia. El Museo de Arte Moderno, viva representación de las tendencias pictóricas del siglo XX, es admirado en toda Latinoamérica.
En la Quinta de Bolívar surgirá, en cada rincón del refugio preferido por el Libertador para sus días de descanso, la personalidad palpitante del prócer. Como era su recinto íntimo, todavía iluminado hoy por la llama ardiente de Manuelita, Bolívar permanece allí en sus horas de amor y en sus añoranzas guerreras.
En fin, cada museo es un espíritu. En cada uno de ellos brota una atmósfera propia e inconfundible. Esta obra es una incitación para que la ciudadanía acreciente el sentimiento hacia la patria, sus símbolos, tradiciones y costumbres. Visitando museos se comprende la vida y se eleva el espíritu.
El Espectador, Bogotá, 22-III-1990.
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Misiva:
Gracias por la nueva manifestación gentilísima sobre la obra del Museo Arqueológico del Banco Popular. He vivido reconocido por sus nobles y generosas manifestaciones sobre mi paso por el Banco, del cual fue usted colaborador dilectísimo. Sigo y aplaudo sus pasos literarios, periodísticos y aun históricos y me complace registrar su gran actividad intelectual. Eduardo Nieto Calderón, Bogotá.