Cuentos de Núñez Westendorp
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Dos pequeños volúmenes de cuentos, de esos que suelen pasar inadvertidos en nuestro fantasioso círculo de escritores, me han producido gratas horas de lectura. Se trata de La noche de las bestias y Trauma, de que es autor Carlos Núñez Westendorp, licenciado en filología e idiomas, obras publicadas por Ediciones Tercer Mundo. Pocos eran mis informes sobre este joven narrador y ahora sé que tiene madera para seguir agrandando su universo de ficción.
Es la ficción el mejor pretexto para manejar la realidad y por eso el cuentista y el novelista se convierten, cuando saben tramar sus invenciones con dosis de humanismo, en los mejores traductores de la tragedia humana. Esto para decir que Núñez Westendorp, sicólogo del diario transcurrir de la vida, escruta en las intimidades del alma y nos ofrece, en pequeñas cápsulas de crítica social, los traumas, las angustias, las ironías, los dolores de la humanidad.
Son los suyos relatos de choque, de conmoción espiritual, de clamor. Valiéndose de personajes simples, algunos sorprendentes, pinta esta época de desconcierto, de desarraigo y miseria que mantiene confuso e insatisfecho al hombre contemporáneo, y lo trata de redimir con las secuelas de sus fábulas. Algunos de los capítulos se salen de los moldes tradicionales del cuento para volverse poemas.
Y hay algo admirable en esta colección: la brevedad de cada relato. El más extenso, titulado El padre, tiene apenas 11 páginas. Capítulo éste de gran ímpetu emocional y lleno de protestas y sinsabores contra el infierno de la sangre mal heredada. Cuando el cuento posee capacidad de síntesis, que es uno de sus atributos, y además produce tensión y emotividad, como éstos de Núñez Westendorp, ha cumplido con su destino.
El Espectador, Bogotá, 22-VII-1988.