Martínez Mutis: triunfo y olvido
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
El gobierno departamental de Santander contrató con la biblioteca Gabriel Turbay, para conmemorar el primer centenario del natalicio de Aurelio Martínez Mutis, la publicación de sus obras completas, en tres tomos. No obstante que el suceso ocurrió en 1984, todavía no se ha hecho realidad aquel homenaje.
Mientras tanto, el Instituto Colombiano del Petróleo, dirigido por Neftalí Puentes Centeno, encomendó al escritor y académico Cacua Prada la elaboración de un estudio sobre el personaje, el que acaba de editarse con el título de Aurelio Martínez Mutis, el poeta de las epopeyas. Esta panorámica biográfica cumple, dadas las altas calidades de Cacua Prada, con el propósito de la publicación frustrada de la Gobernación de Santander.
El paso del tiempo suele ser ingrato con la memoria de los hombres ilustres. Hoy las nuevas generaciones viven desinformadas sobre el significado del poeta bumangués, laureado en su época en concursos nacionales e internacionales, y olvidado en los tiempos que corren. Sus triunfos fueron magistrales. La epopeya del cóndor, ganadora de un concurso patrocinado en París por Rubén Darío, reveló la valía del vate colombiano que había competido, en dura lid, con más de 500 concursantes.
De ahí en adelante su gloria fue creciente. Poemas como La epopeya de la espiga, La esfera conquistada, Salve, España gloriosa, La religión y la Independencia, Canción del petróleo, Vendimia de amor, Tríptico, y tantos otros, lo transportaron a las cumbres de la fama. Por donde quiera que pasaba en sus giras artísticas, los públicos lo acogían con entusiasmo y veneración.
Fue amigo de destacadas figuras literarias, como Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Laura Victoria, Juana de Ibarbourou, Germán Pardo García, Leopoldo Lugones, y estaba emparentado con Simón Bolívar y José Celestino Mutis.
En 1910 fue el triunfador de los Juegos Florales realizados en Bogotá, y en 1932 fue coronado poeta en Bucaramanga. Germán Pardo García, otro genio de la poesía, viene insistiendo desde mucho tiempo atrás en que se honre con mayor efusión la figura histórica del vate santandereano. «Pueda ser que los santandereanos y los bumangueses —escribe en su revista Nivel— sean al fin interpretados por los altos mandos del Gobierno en su deseo de construir un gran parque con una estatua de tamaño natural de nuestro máximo poeta».
Leyendo uno el excelente boceto biográfico escrito por Antonio Cacua Prada, uno de los intelectuales que más conocen la vida y la obra de su paisano, descubre en Martínez Mutis el carácter altivo y franco del santandereano. Era hombre independiente y rebelde, que nunca inclinó la cabeza, ni en los momentos más adversos de su existencia, ante los poderosos ni ante los detractores de su obra literaria. Una vez exclamó: «En Colombia no hay crítica; no hay más que alabanzas ampulosas y palos truculentos y ciegos». Tal parece que estuviera hablando también para los tiempos actuales.
Aurelio Martínez Mutis es poeta universal. Clásico, romántico, religioso, lírico, épico, exuberante de imaginación y sonoridad; su producción es múltiple y abarca muchas facetas, que van desde la patriótica hasta la amorosa, desde la mística hasta la dramática, desde la popular hasta la festiva. Produjo cantos que son hoy patrimonio de la literatura colombiana. Su voz se escuchó por toda América.
Y su tránsito humano, lleno de altibajos, de reveses y levantadas, de aflicciones y laureles, tiene mucho de quijotesco. Parece una novela. Ojalá las nuevas generaciones aprendan en esa novela abierta que Colombia es grande por sus hombres de talento.
El Espectador, Bogotá, 8-VII-1988.
Revista Nivel, Ciudad de Méjico, octubre de 1988.