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Historia de Papas

domingo, 30 de octubre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Tal vez sea Germán Arciniegas el colombiano que conoce más la vida y las costumbres del Vaticano. No sólo ha tratado a varios Papas en persona y ha gozado de especiales deferencias de ellos, sino que se ha convertido en especialista de los temas italianos.

Fue embajador ante la Santa Sede durante los años 1976 a 1979 y antes lo había sido ante el Gobierno de Italia, circunstancia que le per­mitió acercarse a los pontífices rei­nantes y departir con ellos más allá del protocolo diplomático.

Es apasionado de la historia italiana y sobre ella ha escrito varios libros: Amerigo y el Nuevo Mundo, El mundo de la bella Simonetta, Italia: guía para vagabundos, Roma secretíssima, El revés de la historia… Con motivo de la visita papal a Colombia, la Editorial Planeta le publica el libro titulado De Pío XII a Juan XXIIIcinco Papas que han conmovido al mundo–, donde se recogen en agradables y disertas cró­nicas las experiencias de Germán Arciniegas como agudo observador de historia y curioso viajero de caminos.

Son semblanzas que concate­nó al paso de los días y que, fundidas en este libro, representan valiosas guías para ahondar en las raíces y la manera de ser de estos cinco prelados que a lo largo de 40 años han deslumbrado al universo. Líderes en su momento, así fuera con la fugacidad de Juan Pablo I, que sólo alcanzó a calentar la silla pontificia por 34 días—, y sobre quien se dice que su reinado duró lo que dura una rosa—, todos ellos han escrito para la humanidad lecciones de profunda sabiduría.

De estilo y formación diferentes, casi todos de origen humilde, de recia personalidad los cinco, de tempe­ramentos afables, y uno de ellos, Juan Pablo I, «humorista trascendental», como lo califica el cronista, estos Papas han ejercido in­fluencia sobre su tiempo y han afianzado el sentido ecuménico de la Iglesia, expuesta hoy a grandes choques generacionales.

Pío XII, dotado de prodigiosa in­teligencia, fue uno de los jerarcas más controvertidos de la Iglesia. Juan XXIII, el de la figura obesa y carismática, dejó señales de hondo reformador y hubiera acometido, de no habérselo impedido la muerte, sustanciales transformaciones. Pablo VI, el primer Papa que nos visitó y que dejó honda recordación en el pueblo colombiano, pasó a la historia como trabajador incansable —Ar­ciniegas recuerda el despertador que siempre sonaba a las seis de la ma­ñana para interrumpir breves horas de sueño—, y fuede espíritu sensible y atormentado por las desgracias del mundo.

Juan Pablo I, cuya vida se esfumó con la brevedad de la rosa, conquistó al planeta con su sonrisa y todavía continúa uniendo al mundo. Juan Pablo II, el Papa viajero por excelencia, testigo de una época bárbara, es el fino po­lítico que llena plazas con multitudes desbordadas y entusiasmos sublimes, y desafía, con su ternura, su palabra y ademanes convincentes, la aco­metida de las fuerzas del mal.

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Los Papas son consecuencia de su época y diríase que su elección representa una revelación sobrena­tural. Los prelados de que se ocupa el historiador Arciniegas, surgidos de designios inescrutables (la mayoría no figuraba siquiera en las listas de pronósticos), asumieron su caudillaje en momentos cru­ciales para la supervivencia de la fe. La Iglesia flota en medio de serios temporales, enfrentada a otras iglesias y sobre todo a los conflictos del mundo en crisis. Tal circunstancia reclama mayor auda­cia, como la adoptada por Juan XXIII, de imperecedera memoria, para modernizar viejos cánones y contemporizar con la evolución de las costumbres.

Se sale enriquecido de la lectura de este libro que Germán Arciniegas, con la erudición y la gracia que le son características, entrega al lecto­r como nuevo aporte de sus fe­cundas indagaciones intelectuales y de sus exquisitas dotes literarias.

El Espectador, Bogotá, 22-VIII-1986.

 

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