Otro periodista asesinado
Por: Gustavo Páez Escobar
Ernesto Acero Cadena, que acaba de ser asesinado en Armenia, era un periodista integral. Allí lo conocí durante mi estadía en aquella ciudad, donde pude apreciar de cerca y con admiración su trayectoria profesional tanto en la radio como en los medios escritos. Vehemente en sus planteamientos, era un comentarista serio, ágil y penetrante. Veedor lúcido de los problemas de la comarca, frente a los cuales actuaba con valor y claridad mental.
Su labor periodística hería la sensibilidad de quienes medraban –y medran– en los oscuros caminos de la corrupción pública. Como era implacable en la crítica social, despertaba explicables reacciones. Se le temía, y al mismo tiempo se le respetaba. El Quindío, que en los últimos años ha sufrido permanentes crisis, se ha vuelto terreno abonado de fuerzas soterradas que atentan contra la estabilidad de esta región debilitada en su economía y azotada por la inmoralidad.
Ernesto Acero Cadena se había convertido, desde su revista El Informador Socio-económico del Quindío, en vigilante de la moral pública. Denunciaba cuanto desvío sucedía en la región, ya fuera de los gobernantes o de las organizaciones clandestinas. Con lenguaje picante, entre bromista y mordaz, llevaba a la picota a quienes abusaban del poder y se lucraban a expensas del erario.
Señalaba la transformación dañina de las costumbres y clamaba por un Quindío sin mafias y una sociedad libre de concupiscencias. Su largo contacto con la gente quindiana y su percepción de los yerros locales le permitieron amplia visión de la realidad ambiental. No era periodista del montón sino líder de su oficio. Un servidor de la comunidad.
Ese fue el tono de su ejercicio profesional. Había llegado al Quindío por los mismos días en que aparecí allí en el campo bancario, lo que equivale a decir que llevaba 27 años de vinculación a la región. Su presencia activa en los medios de comunicación hace suponer que se trata de nueva represalia contra el poder de la palabra.
En 1977 hice parte del jurado que escogió en Armenia al mejor periodista del año. El elegido fue Ernesto Acero Cadena. Hoy repaso en mis archivos aquel suceso y encuentro que las palabras con que entonces definimos la figura del ganador, pintan con exactitud lo que él continuó siendo durante los 18 años que han seguido a aquel fallo:
«Sabemos de la lucha tremenda, noble, valerosa y desinteresada del periodista de provincia, constante y abnegado servidor del núcleo social en el cual actúa, y ese conocimiento nos lleva a palpar la dificultad que existe para la designación que ustedes buscan, porque todos son acreedores a ella. No obstante, sugerimos el nombre de Ernesto Acero Cadena, rastreador tenaz de la noticia, periodista de tiempo completo, buen colega, imparcial e inteligente».
El Espectador, Bogotá, 15-XII-1995.