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Libros caldenses

lunes, 17 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

La mano amiga de Gloria López, directora cultural del Banco de la República en Manizales, me ha hecho llegar, en gesto que agradezco muy de veras, los cuatro últimos libros publicados por la Biblioteca de Escritores Caldenses. Coincide esta remesa con el recibo de otros tres libros, también caldenses, dedicados por sus propios au­tores.

No en vano Caldas ostenta el título de tierra culta. Editar libros a porrillo, como viene ocurriendo bajo los auspicios de la Gobernación y de otros organismos, representa acto relevante en el desarrollo espiritual del pueblo que guarda sus tra­diciones y da ejemplo a otras co­marcas sobre la importancia de di­fundir el pensamiento estimulando a los escritores.

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Herejías. – Título perfecto para el estilo crítico con que Hernando Salazar Patiño viene analizando el discurrir de la literatura colombiana. Su aguda penetración intelectual, su viveza conceptual, el rigor de su escritura y la audacia –movida por su innata irreverencia constructiva– con que el autor des­menuza la obra de nuestros escrito­res, hacen de este acopio de notas periodísticas un interesante juego de la inteligencia.

Y hay algo original, que al mismo tiempo constituye un acto de valor: estos ensayos, cose­chados en veinte años de periodismo y cátedra universitaria, se publican sin correcciones, o sea, en su forma auténtica, enfrentando los riesgos del paso del tiempo. Hernando, un hereje en la literatura, que ha ejercido la crítica separándose del montón y con elevada solvencia mental, no les ha temido a las vacas sagradas y ha aportado juicios novedosos y polé­micos, una manera de aguijonear nuestro mundillo de escritores y seudointelectuales, donde pocos lo­gran con perseverancia coronar una carrera de significación.

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Argentina, a quien pueda interesarle. – Camilo Restrepo, hombre de vastas jornadas cultura­les, caminante de países y ex­periencias diversas, apuntala sus observaciones sobre su tránsito por la Argentina con este breviario de finas acotaciones. Es una reseña ágil y sugerente que se convertirá en medio eficaz de consulta y confrontación sobre los episodios, por lo general convulsionados, del gran pueblo suramericano en los tiempos recientes.

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Historia de Anserma, Cal­das.– A sus 62 años de vida Roberto Restrepo González, enamorado de las letras desde los bancos de la escuela, edita sin vanidades ni pre­tensiones retóricas estas memorias sobre su pueblo, y lo hace con de­voción, con escrutinio y con fidelidad. Es valioso aporte histórico que engrandece la bibliografía de Caldas.

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Medallones de la fiesta.– La fiesta brava, en todo su colorido a través de policromos dibujos y en­cendidos textos en verso, donde el lector se siente vibrátil en medio del fragor del ruedo, resurge en este texto del abogado Roberto Cardona Arias, nacido en Neira y exalcalde de Manizales. Es la forma de contribuir, con emoción y nervio, a la cultura de las plazas y al arrebato de las multitu­des.

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Cátedra caldense.–  Otto Morales Benítez, estudioso de la evolución de su pueblo y su raza, se recrea, con ágiles pinceladas que darán lugar a otros ensayos, en varios tópicos culturales e históricos de Caldas. Analiza al vuelo –porque se trata de una conferencia pronunciada en la Universidad Autónoma– ciertos esquemas que flotan en el ambiente de su tierra, como la conformación del medio caldense, su colonización, las expediciones científicas, la eco­nomía regional, las liviandades del sector público. En la pluma de Mora­les Benítez todo toma fuerza, categoría, prolongación.

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Qué hay por ai.– Es el segundo libro costumbrista que sale de la pluma de José Jaramillo Mejía, alto ejecutivo de Manizales y oriundo del Quindío, quien desde su columna de La Patria maneja un estilo delicioso, entre humorístico y crítico. José me hace el honor de recoger en este segundo testimonio suyo las siguientes palabras con que me referí a su anterior libro, A mitad de camino: «Su mejor virtud, descubierta con sólo recorrer unas pocas páginas del acopio de escritos periodísticos que conforman su libro, es el de la autenticidad, esa desenvoltura para recrearse en hechos y paisajes, pintar costumbres y definir temperamentos, que lo hace accesible al lector».

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Perfiles y nostalgias.– La obra poética de Fernando Mejía Mejía tiene vuelo en el país. Hombre de crepúsculos y amaneceres, sensible al hecho social, tallador de ajustadas pedrerías románticas, revela ahora una dimensión poco conocida: la del poeta en prosa. Con precisión y donosura de estilo, Perfiles y nostalgias es el recorrido sobre diferentes inquietudes del espíritu, con penetración en hombres de letras y en hechos culturales que se entrelazan para plasmar un escrutinio sobre el medio ambiente y el sentido del momento histórico.

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¡Libros, libros caldenses! ¿Cuántas regiones podrán mostrar lo mismo? Es apenas una reseña, dentro de lo que permite la brevedad de la nota de periódico, sobre lo que está produciendo este departamento decidido a no dejarse ganar el reto de la cultura. La imprenta oficial alcanza para todos, sin fatigosas envidias. La cultura de masas comienza, no hay que dudarlo, por el libro. Y cada libro tiene su propio ambiente y su propia dimensión.

El Espectador, Manizales, 23-IV-1984.  

 

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