La Defensa Civil
Por: Gustavo Páez Escobar
«Defensa Civil es la parte de la Defensa Nacional que comprende el conjunto de medidas, disposiciones y órdenes no agresivas, tendientes a evitar, anular o disminuir los efectos que la acción del enemigo o de la naturaleza pueden provocar sobre la vida, la moral y bienes del conglomerado social».
Así la define el decreto número 3398 de 1965 por medio del cual se creó este importante organismo que tiene por objeto aglutinar la colaboración de los particulares en los momentos de calamidad pública, como terremotos, incendios, inundaciones y toda clase de desastres naturales, y de adelantar campañas cívicas para la formación de los ciudadanos en sus deberes con la sociedad.
La Defensa Civil no tiene carácter de autoridad, pero colabora con ella desde diferentes campos de acción, dentro de su lema «Listos en paz o emergencia». Apareció en el mundo como consecuencia de la Primera Guerra, cuando las naciones europeas vieron la necesidad de preparar a la población civil contra los efectos de las fuerzas bélicas. La guerra provocó el desbarajuste de todos los sistemas organizados, cuya ruptura dejó al hombre dominado por el pánico y afectado en sus bienes, su salud y sus más nobles sentimientos.
En Colombia aparecieron las primeras brigadas de socorro en el año de 1875, con motivo del terremoto de Cúcuta. Un puñado de voluntarios acudió al sitio del desastre a levantar el ánimo de sus hermanos en desgracia y recomponer la ciudad devastada.
Son datos que me suministra el doctor Humberto Sabogal Ospina, que está al frente de la Defensa Civil del Quindío desde su fundación, en 1970, cuando con dieciséis voluntarios le dio vida al organismo. Hoy se cuenta con seiscientos voluntarios en todo el departamento y con una trayectoria de vigilante servicio y de total compenetración con las urgencias de la comunidad.
Para que la entidad sea eficaz se ha impuesto un abnegado plan de educación ciudadana sobre civismo, acatamiento de las autoridades, sentido de la defensa personal y del conglomerado.
Al preguntarle al doctor Sabogal sobre los recursos económicos con que deben atenderse los gastos, me dice que son precarios ya que no reciben auxilios oficiales ni tienen rentas propias. Un grupo de damas y caballeros hacen posible, mediante bingos, rifas y contribuciones voluntarias, la atención de los egresos. A pesar de la falta de apoyo oficial y privado, la entidad construyó y sostiene el Instituto del «niño diferente en el desarrollo», situado en la avenida 19, donde son atendidos 40 niños y hay capacidad total para 120.
Resulta loable esta solidaridad humana con que por iniciativa privada se vela por las necesidades ajenas, y sería de justicia que las autoridades prestaran más apoyo a una empresa que vive en permanente función de servicio social. Y que la ciudadanía en general entendiera que se necesita su colaboración para que el organismo subsista.
La Patria, Manizales, 23-IX-1981.