Control de carros oficiales
Por: Gustavo Páez Escobar
Buena medida la adoptada por la Gobernación sobre los vehículos oficiales. Deseamos que se mantenga firmemente. No hay razón para el turismo de los funcionarios en los días no laborales. Se abusa mucho en este sentido y ha llegado el momento de frenar las libertades que altos empleados se toman durante los fines de semana.
Los bienes del Estado deben cuidarse como patrimonio de la comunidad. Si determinados oficios exigen vehículo para la movilización del funcionario y su adecuada representación, no está bien que durante los días de ocio se utilice con fines personales y con exhibición de actitudes antipáticas que no pueden ser bien vistas por la opinión pública.
Al desgaste de la maquinaria en excursiones fuera del perímetro urbano se suma el consumo de combustibles y también el mal uso de la parte mecánica. El confort no ha de consistir en exagerar lo que debe usarse con sentido moderado y práctico. Los bienes ajenos, si en realidad fuéramos considerados, han de usarse con mayor prudencia que si fueran propios. Pero sucede todo lo contrario.
Guardar los vehículos en los recesos del trabajo es una sabia disposición del Gobernador, que ojalá tenga cabal cumplimiento durante su mandato y más allá de él. Debe ser una norma permanente. Bien está que el Gobernador o el Alcalde de la ciudad, en razón de sus investiduras y por ser los personeros de la comunidad, tengan a su servicio el vehículo asignado, pero no es tolerable que otros funcionarios hagan lo mismo.
Lo que por lo general falla es la tergiversación que se da a las disposiciones. Lo que ahora comienza con rigidez, más tarde se puede desviar al mediar las excepciones o la injerencia de ciertos privilegiados que suelen dañar la disciplina oficial. En el sector particular esto no ocurre. Allí hay sentido de la responsabilidad y por eso las empresas son más organizadas y rentables.
Los talleres del departamento deben hacerse responsables de la guarda, sin excepciones, de los vehículos de los mandos medios. Si esto se cumple, se dará un ejemplo de dignidad administrativa. Por lo pronto, aplaudimos el gesto del Gobernador al demostrar que desea preservar los bienes del Estado. Es actitud prudente y ejemplarizante. Si se comienza desde la cabeza, lo demás es fácil. Muchos de los pecados de la vida pública residen en el mal ejemplo que se recibe desde las altas esferas.
Estamos seguros de que este ejercicio de la austeridad oficial va a mantenerse y extenderse a otros campos. Que sigan el cumplimiento del horario y la permanencia en los despachos. Así podrá el Gobernador ganar mucho terreno.
La Patria, Manizales, 17-V-1981.