Morales Benítez y el pueblo
Por: Gustavo Páez Escobar
Ha venido insistiendo el doctor Otto Morales Benítez en que su eventual candidatura presidencial, de la que ya se habla con entusiasmo en distintos núcleos de la opinión publica, solo será posible si el pueblo la desea. Considera él que ser candidato de su partido es un acto que depende de la voluntad expresa del pueblo. Así volvió a corroborarlo en el homenaje que un grupo de intelectuales de todos los sitios del país le tributó en días pasados en la ciudad de Pereira.
Otto Morales Benítez invocó al pueblo como el soberano dispensador de la democracia. «El pueblo –dijo– tiene su desdén y su protesta; guarda silencio, no aplaude, no rodea a quien lo quiere someter. Y cuando se trata de decidir, no vota».
En este homenaje, que contó con la presencia del pueblo y además con la participación de distinguidas personalidades del país, como el doctor Lleras Restrepo, y un brillante grupo de periodistas y escritores, fueron destacadas las virtudes cívicas e intelectuales de este denodado batallador de la democracia y la inteligencia, convertido hoy en una de las esperanzas más positivas del país.
Analizó Morales Benítez el deterioro de la moral y reclamó mayor participación de las masas para no permitir que el país continúe precipitándose hacia su disolución. Es un país resignado que todos los días se encuentra con una nueva frustración, y que sin embargo no reacciona ante tanto atropello a que está sometido. Dominado hoy por las mafias y los gamonales de todas las denominaciones, parece un ente sin voluntad para recuperarse. La moral pública está pisoteada y se ha perdido la noción de la decencia porque no entendemos que es preciso rebelarnos contra los malos dirigentes que conducen a su acomodo los destinos de un país adormecido.
«De allí que se necesite de una batalla nacional para impedir que siga progresando esta manera de pervertir la vida», agregó Morales Benítez, y reclamó «una insurgencia del común contra los sistemas de intimidación”. Esa movilización social que parece tardía, pero que debe reactivarse, será la que ha de imponer en el futuro inmediato un rumbo diferente.
Resultó estimulante para quienes creemos en la existencia de hombres con capacidad de dirigir grandes movimientos de opinión pública y de reivindicación social, ver a Morales Benítez pregonando con voz sonora y decidida estos principios que buscan rehabilitar nuestro perdido nacionalismo. Ojalá, como él lo pide con vehemencia, se forme una conciencia de masas, de crítica y de suficiente análisis, y sobre todo resuelta a no dejarse atropellar, que mire por encima de los afanes burocráticos y la politiquería para salvar a la patria del derrumbe a que está llegando.
La Patria, Manizales, 6-XII-1980.