La solución es por Salento
Por: Gustavo Páez Escobar
Siempre que se interrumpe el paso por La Línea nos acordamos de que hace muchos años han debido iniciarse los trabajos para abrir la carretera por Salento. Entre los tantos proyectos importantes que se encuentran congelados en el país, es éste uno de los que reclaman mayor urgencia. La Línea ha sido un peligro permanente, y esto lo saben todos los Gobiernos. Ninguno, sin embargo, se ha atrevido a acometer la iniciación de la carretera por Salento, quizá por saber que es una obra gigante que no se terminaría en los cuatro años que dura su Gobierno.
La carretera actual, sostenida entre abismos como un reto a la naturaleza, seguirá expuesta a deslizamientos por más que las maquinarías oficiales salven cualquier emergencia.
Pero no es sensato seguir invirtiendo cuantiosas sumas en el sostenimiento de una vía que no resiste un invierno duro y que hasta en buen tiempo corre el riesgo de ser devorada por la erosión. Como es tierra de poca consistencia, el tráfico pesado contribuye a deteriorar el piso y, lo que es peor, a causar tragedias impredecibles.
Es una de las vías más congestionadas de Colombia por la afluencia de vehículos a Buenaventura y de este puerto al interior, por donde se desliza el grueso de nuestras importaciones y exportaciones. Camina por allí, día y noche, la economía grande del país, que debe trepar la cordillera casi inaccesible para poder abastecer los mercados. Esta sola consideración debería obligar a buscar, así fuera a largo plazo, una solución radical.
Cuando los inviernos imponen su rigor, es casi automático el cierre de La Línea. Pero, además, en forma permanente quedan atravesados en mitad de la vía pesados camiones que obstruyen la circulación por horas y días enteros. Un deslizamiento de proporciones determinaría una catástrofe incalculable, como la ocurrida hace pocos años en la vía al Llano.
Estudios serios que se iniciaron siendo ministro de Obras Públicas el doctor Jorge Leiva indican la necesidad, y no la simple conveniencia, de abrir túneles por la región de Salento para conseguir una carretera firme entre Armenia e Ibagué. La obra cuestaun dineral, pero no es tarde para iniciarla.
Ese era el camino lógico de épocas viejas. Por allí pasó el Libertador con sus ejércitos patriotas. A veces insistimos en luchar contra lo natural, y esto es una terquedad. Se gastan, como en este caso, sumas ingentes en la conservación de unos kilómetros que atentan contra las leyes de la naturaleza y contra la vida de los colombianos.
Ojalá algún Gobierno entienda, al fin, que continuar sosteniendo una carretera ilógica como esta que se prende a la cordillera que la rechaza, no es ningún plan razonable.
La solución es por Salento. Mientras más se aplace su comienzo, más ineficacia habrá para manejar con mejor suerte los impuestos de los colombianos.
La Patria, Manizales, 22-XI-1980.
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Comentarios:
Apartes de un comentario editorial de Ovidio Rincón en Tribuna del Quindío, La Patria, Manizales, 13-XII-1980:
No conocemos y habría de reclamarse la abnegada presencia de Gustavo Páez Escobar cuyo reciente comentario sobre la unidad vial entre el Tolima, y desde luego el centro del país y el occidente de Colombia, es página magistral por lo que sugiere y reclama (…) Hay, pues, entre quienes plantean soluciones sobre la carretera Armenia-Ibagué, una apreciación errónea. No es tan grave el estado geológico entre Calarcá y Cajamarca no obstante la situación poco satisfactoria de ciertos tramos, como el de Cajamara a Ibagué, que no tiene enmienda posible. No sabríamos decir si la construcción por Salento modifique, como parece que modificará, el itinerario de los vehículos el que sería desvío injustificable por Ibagué. Al fin y al cabo, no se puede traicionar impunemente la geografía. La ruta normal en las comunicaciones entre el occidente y el centro y oriente del país será la que cruce la cordillera por Salento, y el río Magdalena por Cambao. Todo lo demás, siendo importante, se ha hecho a fruto de la naturaleza que ni olvida ni perdona (…) Lo que resta es la demanda pertinaz de los quindianos ante el Ministerio de Obras Públicas para que dé a la nueva vía la prelación necesaria (…)
Apostilla del columnista:
Finalmente, en el Gobierno del presidente Álvaro Uribe se decidió la solución por Salento. La obra se inició en el año 2009. La construcción del túnel que conectará a Calarcá con Cajamarca, en una extensión de 8.6 kilómetros, fue contratada por 629.000 millones de pesos. Esto permitirá reducir el tiempo de recorrido en 40 minutos, aumentando la velocidad de 20 km/h a 60 km/h. El contratista ha recibido 317.000 millones de pesos y registra un atraso del 42% en la ejecución del programa (dato de la Contraloría General de la Nación). Desde que escribí el presente artículo, hasta el día de hoy (4 febrero de 2011), han pasado 30 años. Y desde la propuesta de Jorge Leiva en el Gobierno de Laureano Gómez, cerca de 60 años. Falta saber en cuánto tiempo se concluirán los trabajos. ¡Así caminan las obras públicas en el país! GPE