Mentiras de las encuestas
Por: Gustavo Páez Escobar
La imaginación callejera fábrica fantasías. Hoy están de moda las encuestas. Y hay quienes ponen en ellas demasiado entusiasmo. Los expertos en publicidad buscan conquistar imagen para su producto poniendo al público a hablar bellezas, por ejemplo, sobre las virtudes del jabón sacamanchas que deja limpias y relucientes las ollas en un segundo. La alegre ama de casa aparecerá en la televisión despercudiendo los implementos de cocina a medida que les aplica la partícula milagrosa. Si usted hace lo mismo, no conseguirá iguales resultados porque el brillo era más de la televisión que de la cacerola.
Hemos escuchado, hasta la fatiga, la encuesta de RCN acerca del fallo político de los concejales del país a favor de Alberto Santofimio Botero. El agraciado se siente presidente de la República. No es improbable, desde luego, que lo sea. Ya sacó página entera en los periódicos del país pregonando su imagen. Las encuestas, peligrosas a veces, son también motivadoras.
Muy pocos concejales dejaron de opinar. Los que expresaron su opinión a favor de otro candidato, lo hicieron con timidez y medio corridos. Fue una encuesta gigante que puso al país a sintonizar la cadena. Y ésta, antes que interesada en ningún candidato del partido contrario al suyo, vendía sus propios canales.
El primer requisito para que un sondeo de opinión sea confiable, si acaso lo es, está en su oportunidad. También debe existir simultaneidad en la consulta. La opinión de hoy puede ser totalmente contraria dentro de un año. Si la gente va conceptuando por entregas y en voz alta, la opinión de los primeros influye en la de los demás.
Si la misma pregunta se hubiera formulado a todos los concejales, en voto secreto y a un mismo tiempo, el resultado sería distinto. Por lo menos habrían cambiado los porcentajes. Esto no significa que la persona no cuenta con grandes simpatías entre los actuales concejales. A esto lo llaman clientelismo. La opinión en política es muy movediza. La lealtad de hoy, mañana puede ser traición. En política todo es posible y esto lo saben con mayor razón los mismos políticos.
Una encuesta de Anif insinúa que hay un 42% de liberales frente a un 14% de conservadores en las cuatro grandes ciudades del país. Para saber que es en esas ciudades, hay que entrar al texto. La “noticia” aparece divulgada con gran despliegue en los periódicos liberales y disminuida o ignorada en los periódicos conservadores. Es lo corriente. Líneas más abajo se habla de un 32% de indecisos. La pregunta es obvia: ¿estos indecisos se inclinarán hacia el partido conservador o hacia el partido liberal? ¡Que lo averigüe la encuesta!
Todas las encuestas sobre elecciones presidenciales de los últimos años han fallado. Están, por tanto, llamadas a recoger. Pero siguen creando ficciones y otras veces impulsando programas.
En el mundo entero las encuestas andan despistadas. El premio Nóbel de Literatura no fue para Jorge Luis Borges, el eterno candidato, ni para García Márquez (que lo desprecia en público y lo acaricia en secreto), predilectos ambos, de todas maneras, en los oráculos suramericanos.
Los opcionados en todo el mundo eran numerosos. Pero en ninguna lista aparecía Milosz, la oculta revelación que no sólo tumbó ídolos sino que demostró que las encuestas no sirven para nada.
La Patria, Manizales, 2-XI-1980.