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Un rector y una universidad

lunes, 10 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

Una universidad necesita, ante todo, de gerente. No se concibe al académico solemne al frente de la universidad moderna. El  estudiantado y el profesorado, que parecen los tipos más característicos de la inconformidad, mantienen convulsionada la vida estudiantil.

Sobre todo la universidad oficial, foco para la huelga permanente, es un islote dentro del campo docente. Graduarse en ella ha dejado de ser título de garantía. Hay allí más tiempo para la va­gancia que para el cultivo de la mente. Se protesta por todo, unas veces con razón pero gene­ralmente por costumbre.

Dicho esto, que es común al conjunto de las universidades del país, resulta extraño que la del Quindío registre tranquilidad. Es indudable que algo especial ha sucedido. Puede afir­marse, sin equívoco, que la rectoría de Fabio Arias Vélez terminó con las huelgas. Aquí se refrenda el concepto expuesto al principio sobre la importancia de tener gerentes al frente de las universidades.

Fabio Arias Vélez entiende que los académicos son necesarios para dictar cátedra, lo mismo que los ejecutivos son indispensables para hacer flotar las universidades. Se propuso redimir al es­tablecimiento de agudo déficit, y hecho esto se lanzó a la tarea de conquistar auxilios para trazar planes de envergadura.

Ha sido intransigente gestor de dineros, tanto en la propia ciudad como sobre todo en Bogotá. No es hombre que se detenga ante dificulta­des, ni se desaliente ante negativas. Bien sa­be que el servicio público es una constante ne­gativa. Logró recursos suficientes para montar la­boratorios, importar equipos y asegurar obras a largo plazo.

El nivel académico ha subido conforme se transforma la parte funcional. Arrancó la Facul­tad de Medicina, lo que demuestra que existen pro­pósitos definidos de superación. Sólo voluntades resueltas son capaces de realizar tal cúmulo de realizaciones.

Se ha mantenido, por otra parte, ajeno a la in­triga política y no ha permitido que su cargo se tome como cuota de poder. Su actitud es valiente y excepcional. Si se recorren las uni­versidades oficiales del país, casi todas están po­litizadas. La del Quindío ha logrado mantenerse independiente, y esto la enaltece.

De ser cierta la intención de Fabio Arias Vélez de dedicarse a la política, habría que lamen­tarlo por el centro universitario. De una vez se pone de manifiesto la dificultad de hallar un buen rector. La política ganaría un elemento valioso, y ojalá que así ocurra dadas las dotes administra­tivas de quien en el futuro sería magnífico alcalde o brillante gobernador. La Alcaldía, por ejemplo, de tan difícil manejo, saldría fortalecida  con las capacidades que él ha mostrado en la Uni­versidad del Quindío. La Alcaldía es otro campo que requiere con urgencia de buen gerente.

Aquí queda esta constancia que corresponde a la opinión general por el buen éxito del excelente rector que, siendo político, ha sabido practicar una sabia fórmula de administración.

La Patria, Manizales, 18-IX-1980.

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Misiva:

Los conceptos inmerecidos que consigna su artículo sobre mi gestión en la Rectoría de la Universidad del Quindío me llenan de positivo orgullo, no solamente por provenir de una persona que como usted siempre se ha sustraído al elogio personal, sino también porque en cierta forma analiza mi labor en cuatro años de ejercicio rectoral. Fabio Arias Vélez.

 

 

 

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