Eclipses en la televisión
Por: Gustavo Páez Escobar
Nos resistimos a creer que tres figuras consagradas en los canales de la televisión puedan ser descartadas en la nueva programación para 1977 por no haber cumplido requisitos menores.
La opinión pública, extrañada, ha protestado con abundancia de razones ante la sola presunción de que Gloria Valencia de Castaño, Alicia del Carpio y Rosalba Atehortúa vayan a ser eliminadas, víctimas de los rigorismos con que se complican ciertos trámites. Coinciden los comentaristas en señalar como óptimos los espacios televisados que estas damas profesionales dirigen en la pantalla chica, y no se ve razón para que se desconozcan de buenas a primeras sus brillantes ejecutorias.
Parece que las programadoras se ven envueltas en la letra menuda del inextricable papeleo que asfixia al país. Debe esperarse que lo que ahora aflora como posible y deplorable retroceso, solo sea una falsa alarma que necesita rectificación.
Nuestra televisión, no obstante la mediocridad de algunos programas, cumple ponderada labor, y justo es reconocer que, si existen lunares, desde otros ángulos se logran verdaderos aciertos. Composiciones como «Yo y tú», «Carta de Colombia» y «Mundo curioso» no pueden desaparecer sin causar daños que ojalá se evalúen a tiempo para no caer en el absurdo de sustituir la idoneidad por la improvisación.
La discreción de las tres damas, siendo admirable, no convence a la opinión del país para que se vayan vencidas por la mala jugada del papeleo. No puede considerarse como irrevocable esta primera vuelta con que los directivos de la televisión están ensayando el acomodo de la programación para 1977. El público, juez definitivo, no mira con buenos ojos que se comience purgando a las figuras más representativas del talento colombiano.
Se espera que la crítica no va a ser desatendida y que las dificultades se superarán con el sano criterio que reclaman las circunstancias. Estas damas no pueden ser «despedidas» sin nuevos argumentos. El público aceptaría esta clase de frustraciones en servicio que tiene que ser atrayente para que conserve su buena imagen.
¿Qué se haría, en las monotonías de los domingos, sin un elenco travieso como el de «Yo y tú» tan incrustado en la vida de los hogares? Los seguidores del otonielismo, que comienzan a arrear banderas, no están dispuestos a que se oscurezca una alternativa que tantas esperanzas está creando para el inmediato futuro político. Gloria Valencia de Castaño, la «primera dama de la televisión», no puede silenciarse, porque su voz es un timbre nacional. Mundo curioso este que se ahoga entre bagatelas y pretende, al propio tiempo, conseguir categoría sin sacrificar formulismos.
Armenia, 16-IX-1976.