Una trampa mortal
Por: Gustavo Páez Escobar
Cuando sucede una desgracia, todos nos lamentamos de los errores que se habían dejado avanzar y que terminaron originando desastres a veces irreparables. Somos especialistas en dolernos de las tragedias cuando ya no tienen remedio, pero poco es lo que hacemos para evitarlas. Hay riesgos que saltan a la vista de todo el mundo, pero la costumbre de verlos nos familiariza con el peligro.
Frente al aeropuerto El Edén existe una trampa mortal, y a nadie se escapa su gravedad. En aquel sitio pereció una dama de nuestra sociedad cuando el vehículo en que viajaba sufrió fuerte colisión al tomar la vía de entrada al aeropuerto. Hubo en aquella época una protesta general por la falta de control de las autoridades al permitir un riesgo público de semejante naturaleza.
Bien es sabido que los vehículos que se desplazan por la vía hacia Tebaida registran altas velocidades. Cualquier accidente, en tales condiciones, es por lo general funesto. Tal el caso de la ilustre dama de Armenia que pereció víctima de una imprevisión en la carretera. Lo inexplicable es que nada se haya hecho por corregir el defecto que puede cobrar a cualquier momento nuevas víctimas.
La curva situada frente a la entrada al aeropuerto es cerrada e impide toda visibilidad tanto para el vehículo que debe virar como para el que transita en sentido contrario. Se trata de ampliar el terreno carreteable o de construir un sistema técnico que aminore el peligro. Ni siquiera se ha instalado un semáforo que indique a los conductores la proximidad del paso difícil.
Esta columna seguirá atenta a los temas de interés público. Contribuimos al progreso de la ciudad aportando críticas constructivas que nos dicta el sentido común o nos insinúan los amigos y los lectores de la columna. La trampa mortal que hoy se denuncia debe desaparecer antes de que ocurran nuevos hechos que lamentar.
Satanás, Armenia, 5-XI-1977.