El comercio ambulante
Por: Gustavo Páez Escobar
Las calles de Armenia se ven cada día más invadidas por las ventas ambulantes, dando un pésimo aspecto que desluce la presentación que debe tener la ciudad. El tránsito por ciertos sitios es complicado por la proliferación de pequeños comercios que vuelven lenta y fastidiosa la marcha del transeúnte.
Zonas como las del Almacén Ley y sus alrededores, asediadas por vendedores callejeros que estorban el movimiento de las personas y de los vehículos, están además convertidas en botaderos de basura. Nadie niega que los vendedores ambulantes ejercen una actividad lícita que es preciso proteger, pero no con demasiada elasticidad por prestarse a que se matriculen en ella elementos dudosos. Bien se comprende que quienes se dedican al comercio son por lo general personas honradas. Es preciso que este comercio quede delimitado dentro de fronteras apropiadas para no estropear la presentación urbana.
Para el turista no resulta nada grato recorrer el centro de la ciudad por entre puestos o tenderetes que dificultan su recorrido y que, lejos de ofrecerle artículos novedosos, que dicho sea de paso las gentes no se preocupan por confeccionar, terminan dejándole una sensación de sofoco y desorden.
Los alrededores de la plaza de mercado, aquí y en cualquier parte, son los más difíciles de controlar. Pero esto no se opone a que las autoridades de policía vivan atentas a la presencia de elementos indeseables que por allí abundan buscando la oportunidad del raponazo. Los vivanderos de la galería son personas humildes que trabajan honestamente su subsistencia y que se convierten en colaboradores de la vida doméstica, mereciendo el reconocimiento público.
La plaza de mercado se ha ido extendiendo hacia las calles vecinas, no siempre en las mejores condiciones de aseo. El sector de la carrera 18 entre calles 13 y 14, en vecindades del Expreso Bolivariano, ha comenzado a ser invadido por puestos de verduras tirados en los andenes, que deforman este lugar que no es de galería.
Son, en fin, algunas observaciones sobre una actividad que por ser propensa al desorden necesita que se ajuste a normas precisas de funcionamiento para que no continúe saliéndose de sus linderos, con detrimento de la estética de la ciudad.
Satanás, Armenia, 15-X-1977.