Medallas literarias
Por: Gustavo Páez Escobar
El empeño de un hombre apasionado por la literatura como lo es Humberto Jaramillo Ángel permite que Calarcá, la Villa del Cacique y tierra de escritores y poetas, preserve expresiones de tanto contenido como la de reunir, año tras año, figuras destacadas de la intelectualidad nacional en un solemne acto donde se imponen las medallas bautizadas con los nombres de Jorge Zalamea, Eduardo Arias Suárez y Antonio Cardona Jaramillo. La primera de ellas se otorga a una figura de renombre nacional y las otras a escritores de la región.
Lo que comenzó siendo un hecho aislado, considerado en principio por algunos escépticos como la endeble proyección de un acto de provincia que no resistiría el paso del tiempo, es hoy una insignia nacional. Varios escritores destacados del país han recibido el honor de estas preseas, y otros, que no creyeron que las medallas creadas por Jaramillo Ángel significaran premios de excelencia, esperan la oportunidad, y la presionan, de verse distinguidos con tales galardones.
León de Greiff, Lino Gil Jaramillo, Eduardo Carranza, Rafael Maya, Luis Vidales, personajes del país literario que avanza por entre las frivolidades de esta época superficial, han sido condecorados con la medalla Jorge Zalamea. Este año la Oficina de Extensión Cultural de Calarcá, cuyo nervio es, por supuesto, Humberto Jaramillo Ángel, ha escogido a otro abanderado de las letras, Otto Morales Benítez, cuyo pecho lucirá un nuevo emblema por su carrera intelectual.
Las otras dos medallas se conceden a Dora Tobón de Ocampo y a Humberto Jaramillo Restrepo. Ellos son literatos jóvenes de Calarcá, escritora ella de un libro de poesía, y Humberto de un libro de cuentos, quienes comienzan a asomarse al panorama de las letras y de quienes se esperan amplias ejecutorias.
También han recibido las mismas medallas los escritores locales Bernardo Ramírez Granada, Jesús Arango Cano, Óscar Piedrahíta, Rodolfo Jaramillo, Adel López Gómez, Luis Yagarí, Rogelio Maya López, Bernardo Pareja, Héctor Moreno, Horacio Gómez Aristizábal, Julio Alfonso Cáceres, Gustavo Páez Escobar.
Esa es Calarcá, solariega población que se recuesta en una estribación de la cordillera, como sosteniendo el patrimonio cultural que la enaltece. No hay exageración al afirmar que en ninguna otra ciudad colombiana se realizan, hoy por hoy, estos foros de la inteligencia. Por las calles de Calarcá resuenan las voces de Baudilio Montoya y Antonio Cardona Jaramillo, mientras en Armenia, otra sede de la cultura, perdura la añoranza de épocas memorables, donde Eduardo Arias Suárez, el mejor cuentista del país, creaba hitos de grandeza con sus escritos.
Son sombras tutelares de un pasado glorioso que no será posible desvanecer mientras queden guardianes de la herencia cultural como Humberto Jaramillo Ángel. En esta forma se premia el mérito literario. Las medallas de Calarcá, más que una institución académica, son un motivo para estimular al escritor y premiarle su talento.
El Espectador, Bogotá, 22-VI-1977.