La presencia de Colcultura
Por: Gustavo Páez Escobar
Otros aires soplan por los predios del Instituto Colombiano de Cultura. Al concluir la administración del poeta Jorge Rojas, controvertida para muchos, y que dejó innegables realizaciones, habíamos extrañado el suspenso producido en la difusión del libro. La biblioteca que fue conformándose con la salida del bolsilibro semanal tuvo un resultado positivo: formar lectores. Fue un paso inicial para otras proyecciones.
Aquellos modestos tirajes despertaron el interés que buscaban hacia el conocimiento de los autores nacionales, tan faltos de medios de comunicación como de estímulos. La sencilla biblioteca fue entreverando, además, obras de autores extranjeros, con el propósito de proporcionar una visión universal sobre el ilimitado mundo de las letras.
Cumplió su cometido, y quedan como testimonio 154 títulos de variados matices, aparte de otra serie de distinto enfoque que recogió importantes tratados para un círculo más exigente.
Con nuevos lineamientos prosigue ahora la labor de Colcultura y vemos, con beneplácito, cómo no decae y por el contrario se robustece la mira de los gobiernos por fomentar la inquietud intelectual del país. Aquel intervalo, necesario para estructurar otras metas, comienza a dar óptimos resultados. En corto tiempo han aparecido estupendas publicaciones tanto por su contenido como por el esmero editorial, y al alcance, por otra parte, de todos los bolsillos. Son obras de lujo y se advierte en ellas la preocupación de sus directores por brindar al país estudioso un material planeado y selecto. Resucitan, en tal empeño, joyas de literatura, agotadas u olvidadas, que es preciso rescatar.
Reunir, por ejemplo, lo más sustantivo del material disperso de la revista Mito es encadenar, reviviéndola, toda una generación que hizo época y que rubricó páginas imborrables para nuestro patrimonio cultural. Hernando Téllez, con su brillante prosa, reaparece con una selección de textos en que la juventud de nuestros días debe profundizar.
Álvaro Mutis, menos lejano, ocupa la actualidad con su poesía en ascenso. Ernesto Volkening, alemán nacionalizado en el país, es el profundo crítico que estudia nuestra cultura con sorprendente penetración. Poesía, cuento, novela, prosa, ensayo, concatenados con riguroso afán formativo, ponen en alto el criterio de la nueva época de Colcultura.
La serie de diez tomos de la Biblioteca Básica Colombiana que se inicia, representa un paso adelante en la tarea de acercar más la cultura al pueblo. Son temas diversos que abarcan historia, literatura, ensayos, geografía, y que por el prestigio de los autores constituyen piezas de estudio y recreación.
Ha resucitado el Teatro Colón. Renace la Bogotá antigua en esta esplendorosa sala adormecida en los mejores recuerdos. Una muestra más de que el país prosigue en su derrotero de pueblo culto. Volverán, como antaño, las luces de gratas veladas, y ojalá no se dejen apagar. Regresarán los conciertos, las temporadas de teatro, los recitales, las revistas folclóricas. El empeño de dos damas convencidas de su vocación hizo posible que este escenario no se derrumbara entre el polvo y el olvido de los años.
Fugaz bosquejo este para celebrar algunas de las manifestaciones de Colcultura en su actual itinerario. Hay decisión y capacidad para continuar adelante. La presencia de Gloria Zea de Uribe, Jorge Eliécer Ruiz, Gustavo Cobo Borda y otras figuras de la intelectualidad y amantes de la cultura es una garantía para que el país avance en su destino civilizado.
La Patria, Manizales, 17-VI-1976.