Diego Moreno Jaramillo
Por: Gustavo Páez Escobar
Es general el beneplácito ciudadano que en torno a la persona de Diego Moreno Jaramillo ha despertado su nombramiento como nuevo gobernador del Quindío. Liberales y conservadores coinciden en la apreciación de ver en el nuevo mandatario una garantía para regir los destinos del departamento. Se le considera hombre ecuánime, probo y capaz. Llega de desempeñar el cargo de viceministro de Desarrollo, donde cumplió eficiente labor. Y exhibe ponderada trayectoria que lo sitúa en puesto destacado, por su inteligencia y sus calidades humanas, dentro de la clase dirigente del joven departamento del Quindío.
A diez años de la independencia administrativa, el Quindío se perfila como una sección pujante, con posibilidades de mayor crecimiento. Su importancia como centro agrícola es indiscutible en los mercados internacionales del calé, hoy por hoy el producto decisivo para la prosperidad de la nación.
El Quindío necesita industrializarse. El inmenso potencial de sus tierras, su privilegiada posición geográfica y su raza forjadora de riqueza resultan el mayor motivo para mezclar, al poder de sus cafetales, los resortes de la industria.
El campo de acción para el nuevo gobernador se presenta promisorio. Cuenta, de entrada, con el entusiasmo de sus coterráneos, que ven en él a uno de sus más indicados conductores y le ofrecen franca y general colaboración.
Hombre de encomiables virtudes personales, de recia formación humanística, amante de su tierra y conocedor de sus problemas, habrá de ser, sin duda, el gobernante sereno y equilibrado para rodearse del aprecio y el apoyo de su gente. El progreso regional vendrá por añadidura.
Con simpatías múltiples llega Diego Moreno Jaramillo a la Gobernación de su departamento. Se admiran sus rectos antecedentes y se le considera el hombre del momento para inyectar a la administración una etapa de dinamismo y prosperidad. Es mucho lo que se espera de su juicio y su talento.
La Patria, Manizales, 19-IX-1975.