Bolívar en el Quindío
Por: Gustavo Páez Escobar
El periodista y escritor quindiano Miguel Ángel Rojas Arias dice lo siguiente en La Crónica del Quindío, dentro de los actos conmemorativos del Bicentenario de la Independencia: “En verdad, el Quindío tiene poco para conmemorar, pues para la fecha del grito libertario el departamento no existía, ni tampoco habían fundado los pueblos que lo componen en la actualidad, cuya colonización se empezó un poco antes de la segunda mitad del siglo XIX”.
Recuerdo, a propósito, la comisión que en 1983 nos asignó el gobernador del Quindío, Rodrigo Gómez Jaramillo, a Josué López Jaramillo, gerente del Banco de la República en Armenia, y al autor de esta nota, gerente del Banco Popular, para que investigáramos el paso de Bolívar por el Quindío. Con dicho motivo, escribí un artículo en El Espectador, el 29 de agosto de 1983, donde doy cuenta del resultado de aquella misión:
“Nos desplazamos por los límites de Salento, el único municipio quindiano que cuenta con el privilegio de las huellas de Bolívar. Antes de Salento queda la zona de Boquía, lugar edénico por su majestuosa topografía y sus árboles centenarios, donde la historia sitúa la posada Barcinales, en la que pernoctó el héroe andariego. Esto sucedió a comienzo de enero de 1830, o sea, el mismo año de su muerte. Era ya un hombre cansado y abatido por la ingratitud de sus amigos. Para cumplir nuestro cometido, comenzamos a recorrer el llamado Camino del Quindío, que era el paso obligado de los Andes hacia Ibagué y Bogotá.
“Preguntando de casa en casa y de fonda en fonda, al fin alguien nos señaló la vivienda histórica. Pensamos, como es natural, hallar una joya arquitectónica preservada contra el comején del tiempo, rotulada con brillante placa de recordación y atiborrada con una serie de decretos de cuanta autoridad se hubiera disputado el turno para honrar el paso por nuestro territorio de un Bolívar derrotado, camino de su desintegración corporal. Al Quindío le correspondió el privilegio del revés de la gloria.
“Ya hoy no existe la posada Barcinales. La desintegró el olvido. Fue sustituida por una humilde vivienda de bahareque, vacía de placas y decretos. A nuestro encuentro salió una sencilla mujer y nos dijo que era su actual propietaria. En el monte –porque sigue siendo pleno monte– que rodea la casa, una gallina famélica picoteaba su insignificante grano de vida. Y un muchachito barrigón escarbaba la tierra en el platanal vecino. La naturaleza ubérrima y refrescante se mecía con holgura por los contornos, poniéndoles un toque poético.
“Cumplida nuestra misión, le sugerimos a la junta nombrada por el gobernador Gómez Jaramillo la construcción en aquel sitio de un monumento de piedra de la región, sin ostentación pero con firmeza, que recordara el paso por el Quindío del héroe decepcionado. Pero la investigadora de historia de la Gobernación nos dijo que no está probado que en aquel lugar exacto pernoctó Bolívar. Y nos consoló: la duda es de pocos metros. Comprendí una vez más que la historia también es aproximación e inventiva.
“Diríase que investigando el punto preciso, que nadie puede corroborar ni desmentir, donde el Libertador pasó mínimas horas de hondas cavilaciones, se ha gastado siglo y medio. Por eso en la Boquía no existe ningún mojón que rememore aquella noche de vigilia republicana. Si los historiadores, que a veces se complican y nos complican con minucias, van a emplear otros 150 años localizando la plantilla de Bolívar por los caminos del Quindío, ya borrada por el muchachito barrigón del platanal y la gallina rebuscadora, nos quedaremos sin el monumento de piedra, y mientras tanto el genio se nos evapora…”
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Apostilla. Ignoro si en aquel sitio de Salento se fijó alguna señal física (una placa, una estatua, un obelisco) que evoque el paso de Bolívar por el Quindío hace 180 años. Lo cierto es que en el alma de los quindianos ha quedado grabada la imagen del Libertador durante su fugaz estancia en la posada Barcinales, ahora inexistente. Y esto se convirtió en historia.
El Espectador, Bogotá, 26 de agosto de 2010.
Eje 21, Manizales, 27 de agosto de 2010.
La Crónica del Quindío, Armenia, 28 de agosto de 2010.
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Comentarios:
Según mis pesquisas, Bolívar llegó a Cartago, pernoctó allí y luego, muy de madrugada, se lanzó a traspasar la montaña porque tenía afán de evitar algunos debates en Santa Fe. Entonces se largó a cabalgar con la tropa que lo acompañaba y parece que no hizo sino una parada de refrescamiento en Barcinales, porque la jornada era muy dura desde Piedras de Moler, en el Río La Vieja, subiendo por Filandia, y el alto del Roble hasta Boquía. Por eso las huellas de su paso son casi inexistentes. Son testimoniales. Jaime Lopera Gutiérrez, presidente de la Academia de Historia del Quindío.
Estamos en mora de hacer un homenaje en el Quindío, no sólo porque Bolívar pasó por aquí sino porque, según mi criterio y una hipótesis que estoy conformando, podemos decir que el Libertador es el precursor de la Colonización del Quindío. Miguel Ángel Rojas Arias, Armenia.
La historia pinta la dejadez de nuestras gentes para con su propio patrimonio. Gloria Chávez Vásquez, Nueva York.
Igual como describes el lugar: el niño barrigón y la gallina que rebusca su alimento, la presencia de la humilde mujer propietaria de lo que fuera la posada, así mismo se quedó el país: sin monumentos, sin historia, porque no tiene o no quiere tener memoria. Colombia Páez, Miami.