La cátedra de Drezner
Por: Gustavo Páez Escobar
Cuando en 1984 Preguntas y Respuestas, de Manuel Drezner, cumplía 35 años de vida en las páginas de El Espectador, Pedro Gómez Valderrama decía en el mismo diario: “Hay algo que es fascinante en ese género de columna periodística, y es la posibilidad de permitir que el lector exprese sus dudas, sus inquietudes, su humor. Manuel lo hace a la perfección, con unas respuestas envidiables por su sabiduría, precisión y lógica”.
Hoy la sección lleva 57 años de ejercicio continuo y se ha convertido en la columna más antigua de la prensa colombiana y una de las más llamativas del rotativo bogotano. Durante casi medio siglo, Preguntas y Respuestas ha sido dirigida por Manuel Drezner. Antes estuvo a cargo de Gonzalo González, GOG, el inolvidable director del Magazín Dominical en una de sus épocas más floridas. (De paso, sea oportuno lamentar la desaparición del Magazín, escuela de escritores que no ha sido superada por ningún otro espacio).
Don Guillermo Cano, director de El Espectador, le propuso un día a Manuel Drezner que manejara dicha sección en vista del retiro de GOG. Aunque el nominado, ingeniero de profesión, se desempeñaba en el mismo periódico en campos que no tenían nada que ver con resolver consultas de los lectores (era comentarista musical y cultural), le pareció interesante la idea y asumió el reto.
Para marcar otro tono, introdujo algunos cambios a la columna e implantó este derrotero claro: hacer una sección ágil y variada donde prevalecieran la amenidad, el humor y la sencillez, y que fuera recinto de temas novedosos, sin penachos de sapiencia pero con respuestas certeras que dejaran enseñanzas útiles para toda clase de lectores.
Drezner, que es persona de fino humor y al mismo tiempo erudito sin pretensiones, y por añadidura investigador impenitente (una de las claves de la sabiduría), implantó su propio estilo. Y se ha mantenido en las páginas del periódico por cerca de cincuenta años, hazaña que poca gente consigue.
Hoy es el decano de los escritores del rotativo, después del éxodo silencioso de José Salgar. Otro veterano de la misma casa, aunque con algo menos de antigüedad y con tiempo interrumpido, es el caricaturista Osuna, maestro en su género y además columnista de opinión, independiente y original. Drezner dice que no tiene afán de jubilarse y que no sabría qué hacer cuando se desconecte de su público.
Las más variadas inquietudes, provenientes de personas ilustradas o de gente del común, son resueltas por el periodista con claridad, gracia y talento. Cuando no abarca el tema o se le escapa algún detalle, no tiene inconveniente en reconocerlo y entonces acude a los propios lectores para que aporten luces o información precisa que permitan dilucidar el asunto.
A veces, el corresponsal no está de acuerdo con determinada respuesta y controvierte el tema. Así se enriquece la cultura. La incredulidad, inmortalizada por el apóstol Tomás, es camino para llegar al conocimiento. De tal manera, la sección se ha convertido en cátedra de amplio bagaje, trabajada por profesor y alumnos.
Otras veces, la duda que se plantea es tan curiosa, imprecisa o insólita, que el consultor debe echar mano de penetrante imaginación para ofrecer hipótesis valederas y al mismo tiempo creíbles, sin llegar al dogmatismo. Preguntar, por ejemplo, como lo hizo la persona que desde Cali se firmó como Richi, cuál es el sexo de los ángeles, es algo que se sale del caso corriente.
Tal vez a nadie más que a Richi se le ha ocurrido presentar semejante acertijo, pero Drezner se las ingenió para escudriñar el secreto angelical tan bien guardado. El maestro, después de mucho tocar y oler el campo bíblico, llegó a la conclusión de que, por tratarse de seres divinos, los ángeles son asexuados y por tanto desconocen las artes de la reproducción.
Con el título ¿Cuál es el sexo de los ángeles?, Manuel Drezner recogió hace poco, en obra editada por Editorial Fonolibros de Colombia, una selección de sus luminosas respuestas, que deben extenderse –así lo esperamos– a varios tomos más. Se trata de valioso texto de consulta que entra a enriquecer la bibliografía cultural del país y que recibimos con alborozo los lectores constantes de la columna emblemática de El Espectador.
El Espectador, Bogotá, 5 de marzo de 2006.