Inicio > Novela, Regiones > Letras de Tuluá

Letras de Tuluá

viernes, 16 de julio de 2010

Por: Gustavo Páez Escobar

Por gesto amable de Óscar Londoño Pineda, el cronista de Tuluá, he conocido algunas obras de escritores de su tierra, a las que dedico esta columna. Ante todo, registro la salida del cuarto tomo de la serie Tuluá, visión personal, en la que el propio Londoño, con alma emotiva y memoriosa, viene concatenando menudos y grandes sucesos de su patria chica, con especial mención de los personajes literarios y sus realizaciones. Este trabajo constituye pieza valiosa para el estudio de la historia regional.

Durante la violencia partidista que se recrudeció en el país en los años 50 del siglo pasado, Tuluá fue escenario de horrendos sucesos protagonizados por los llamados “pájaros” (sinónimo de matones). Etapa turbulenta que movió a Gustavo Álvarez Gardeazábal a escribir su novela Cóndores no entierran todos los días. Con el fondo de aquella violencia fratricida que dejó en el país una mortandad escalofriante, Fernando Charry Lara elaboró uno de sus más bellos poemas: Llanura de Tuluá.

Hay otro libro que dibuja con agilidad y crudeza aquellos episodios: Horizontes cerrados, de Fernán Muñoz Jiménez, nacido en Tuluá en 1932 y muerto de manera prematura en 1978. Es una breve obra –de 124 páginas– que se publicó en 1954. Al comienzo aparecen unas palabras de Camilo José Cela, futuro nóbel de literatura, quien visitó a Cali en 1953, y dice lo siguiente sobre el autor: “Un artista de la prosa y un desvelado cantor de emociones. Salud, prosista condenado a tu puebluco para expresar el encanto de su monotonía”.

Muñoz Jiménez ofrece capítulos patéticos sobre la barbarie que le correspondió vivir en medio de disparos, carros fantasmas, asesinatos,  cadáveres tirados a los ríos o colgados de los árboles, desolación y miedo. Los zarpazos del sectarismo político mantenían asustada a la población, y la respuesta a tanto salvajismo era la impunidad. Colombia era una hoguera de odios y terror. La novela, conocida hoy por poca gente, y que es el testimonio de una época demencial, merece ser reeditada.

La Unidad Central del Valle del Cauca ha rescatado otro libro valioso –y olvidado–, de Mercedes Gómez Victoria, nacida en Tuluá en 1837 y quien en 1889 –hace 116 años– editó dicha obra con el título Misterios de la vida. Siempre se ha dicho que Soledad Acosta de Samper fue la primera mujer colombiana que puso en circulación una novela. Esto no es así: Soledad publicó su primer libro de ensayos en 1895 y su obra novelística apareció en los inicios del siglo XX. Se le adelantó la escritora tulueña.

Misterios de la vida, basada en la propia realidad de la autora, es una crítica contra la irresponsabilidad de los padres que descuidan a sus hijos. Los tres personajes centrales de la narración son hijos expósitos, como lo fue la novelista. Con tal condición, ésta plantea pautas de comportamiento social como soporte de la familia.

Omar Franco Duque, escritor, periodista y elemento cívico de amplia trayectoria en sus lares nativos, recoge una sabrosa muestra de la idiosincrasia local en el libro El humor en las letras de Tuluá. Por este trabajo me entero de que su comarca ha sido favorecida con grandes humoristas que, al igual que los miembros de la Gruta Simbólica, conjugan la existencia con gotas de gracia y sapiencia, como píldoras de buena vida.

Eminente personaje del pasado tulueño es Carlos E. Martínez Martínez, muerto en 1960 a la temprana edad de 44 años, y que cumplió destacada actividad cívica, pedagógica, periodística y literaria. Escritor culto y castizo, dejó obra refinada que no alcanzó a publicar en su totalidad, y que con el paso del tiempo, de modo inexplicable, se perdió en buena parte. Dos de sus poemas son de antología: In memoriam y En un álbum. Además, compuso la letra del himno de Tuluá.

Su sobrino Carlos Ochoa Martínez acaba de publicar una obra esmerada donde describe el itinerario de su tío y recoge una selección de su quehacer poético, programa que contó con el patrocinio de la Alcaldía de Tuluá y la vinculación de la Cámara de Comercio. Libro de grata lectura, que permite valorar el desempeño humano e intelectual de una figura olvidada.

Tuluá muestra con estos y otros libros, al igual que con revistas y otras expresiones, permanente afán cultural, que realizan con brillo sus hombres de letras y fomentan las autoridades con amor al arte.

El Espectador, 11 de octubre de 2005.

 * * *

Comentarios:

Tuve el día de hoy la fortuna de encontrar su columna titulada Letras de Tuluá. Quería solicitarle su autorización para reproducirla en nuestro periódico La Variante. Somos un medio nuevo, de circulación semanal en más de 20 municipios del Valle del Cauca. No me cabe la menor duda de que su magnífica columna tendría el mayor interés en nuestra comunidad. Ivanov Russi Urbano, Tuluá.

He leído con enorme fruición su admirable artículo. Gracias por Tuluá y por todos los escritores cuyas obras comentas con excepcional maestría y prodigioso poder de síntesis. Carlos Ochoa Martínez, Bogotá.

Categories: Novela, Regiones Tags: ,
Comentarios cerrados.