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Así piensan los jóvenes

martes, 14 de abril de 2020

Por: Gustavo Páez Escobar

La encuesta gigante de Cifras & Conceptos efectuada hace poco para la Universidad del Rosario, con el apoyo de El Tiempo, revela datos inquietantes respecto a lo que piensan los jóvenes sobre la situación del país. En este grupo están ubicadas  las personas entre los 18 y los 32 años, que representan a 4 millones de colombianos.

Entre diciembre y febrero fueron consultados, tanto en forma presencial como virtual,  4.230 ciudadanos en todo el país. Es la muestra de opinión más amplia que se ha hecho, y ventila duros señalamientos sobre lo que se mueve por el camino equivocado y que debe corregirse para que Colombia sea en verdad una nación más justa y equitativa, que está lejos de serlo.

La corrupción y el desempleo son los campos más enjuiciados por los jóvenes. Y no solo por ellos: es un clamor que repercute en todo el territorio nacional. De continuo salen a relucir monstruosos robos contra el erario, y otra clase de delitos, que, lejos de frenarse, se intensifican. Los mayores delincuentes son de cuello blanco, y para ellos no existe el rigor de la ley.

Es bien conocido el caso de los funcionarios de control que llegan comprometidos a su cargo y no pueden, por lo tanto, actuar con independencia, si tienen las manos atadas. Suele ocurrir que de entrada anuncian medidas ejemplares contra los asaltantes de los bienes públicos, y terminan encubriendo la impunidad que asfixia a la administración pública, cuando no son ellos mismos los que delinquen.

En cuanto al desempleo, los índices vienen en constante aumento, y subirán hasta niveles insospechados después del coronavirus. Parte del desempleo es el subempleo, que muchas empresas manejan con tiranía. El empleo informal es situación crónica que castiga a miles de ciudadanos, sin que se vean fórmulas de solución.

Entre las opiniones que tienen los encuestados sobre la Colombia desfigurada por tanto vicio y desafuero, los jóvenes mencionan, como motivantes de ese desastre, la apatía ciudadana, el conformismo, la corrupción, la desigualdad, la inseguridad, el miedo.  Bien dijo Darío Echandía: “Colombia es un país de cafres”.

Hay una tendencia sorprendente: el 49 % prefiere una mascota a una compañía fija, y el 36 % no quiere tener hijos. Este es un fenómeno de la época: vivir aislados y sin hogar por propia decisión. La familia ha perdido solidez en la sociedad moderna, que es más dada a la inconexión, a la falta de compromiso, e incluso a la soledad. ¿En qué sociedad estamos? Si decaen los principios de la solidaridad y la unión familiar, y si el hogar entra en barrena, como sin duda sucede, la vida se vuelve insustancial. Y se pierde el encanto de vivir.

Los jóvenes de la encuesta no creen en los jueces, ni en los políticos, ni en el presidente ni en el Congreso… No creen en las instituciones. De esta manera, se convierten en la voz de la inmensa mayoría de los colombianos. La incredulidad crea el mundo apático en que vivimos.

Pero, por otra parte, los jóvenes muestran gestos positivos, como el de preferir –el 63  %– el diálogo directo con las personas. Apenas el 2 % considera que la protesta callejera es la vía  para buscar soluciones. Otro aspecto destacable de este estudio, que señala la manera de ser de los colombianos, es que el 66 % vive con alegría –¡quién lo creyera!–, a pesar de los problemas y los sinsabores.

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El Espectador, Bogotá, 11-IV-2020.
Eje 21, Manizales, 10-IV-2020.
La Crónica del Quindío, Armenia, 12-IV-2020.

Comentarios 

Sí, no hay esperanzas para la juventud y la niñez en este país destrozado por la politiquería, la corrupción y la falta de justicia. Eso comentaba yo en estos días con una amiga. Las parejas no quieren tener hijos, no sé si por comodidad o por temor del mundo que les queda; también por la falta de compromiso para formar un hogar estable. Inés Blanco, Bogotá.

No me sorprende que el desempleo y la corrupción sean motivo de temor para los jóvenes, pues son dos campos que los afectan directamente en su búsqueda de un porvenir adecuado. Por otro lado, es patente la displicencia juvenil por dejar descendencia y creo que eso se debe al poco incentivo que problemas como la politiquería, el desempleo, la inseguridad laboral y la desigualdad social dejan para un futuro promisorio de los hijos que podrían traer a este mundo. Sobre esto, creo yo que es una forma que la misma naturaleza adopta para disminuir la población mundial, pues al ritmo de crecimiento actual y al ritmo de disminución de los recursos naturales como el agua, la situación pronto será caótica. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

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