Debate sobre Manizales
Por: Gustavo Páez Escobar
Diversas opiniones se han suscitado en estos días sobre problemas palpitantes de Manizales, movidas por artículos publicados en Eje 21 por Augusto León Restrepo, exdirector de La Patria y prominente figura cívica y política de la región. Hay similitudes de criterio en lo que tiene que ver con el retroceso de la ciudad por falta de acción y liderazgo de su clase dirigente.
Se ventila, además, el caso del aeropuerto de Palestina, bautizado en sus principios Aerocafé o Aeropalestina, y al que ahora quieren asignarle el pomposo nombre de Aeropuerto Regional del Eje Cafetero. Obra faraónica en la que se ha invertido una suma voluminosa que hoy parece enterrada en la montaña que se explana para dicho fin, sin que se advierta su avance y la finalidad real que pueda tener para Manizales y la zona cafetera. Ni se vislumbre su terminación.
Voces respetables se han expresado sobre este panorama crítico, y todas coinciden en la necesidad de aunar esfuerzos y comprometer voluntades para que el progreso local sea afán prioritario en este momento de decadencia de la ilustre capital llamada a tener mejor suerte. “Manizales se ha agrandado pero no se ha engrandecido”, dice uno de sus hijos. A Guillermo Gärtner Posada, distinguido caldense que ha terciado en la discusión, y que me escribe a propósito de una manifestación que hice sobre el particular, le contesto:
Considero del mayor interés el debate que se adelanta en estos días, promovido por Augusto León Restrepo, en torno a la ciudad de Manizales y a la decadencia de su clase dirigente. Esta situación no es nueva. Quien con mayor tino ha puesto el dedo en la llaga ha sido Hernando Salazar Patiño con su libro Manizales bajo el volcán (1991), obra que pisó –y sigue pisando– muchos callos, y que por eso mismo trató y trata de ignorarse.
Lo que Salazar Patiño afirmaba hace 24 años cobra plena vigencia en los días actuales. Basta repasar el inventario de desaciertos, de apatías o de evasiones de los dirigentes de la ciudad, señalados en dicha obra, para determinar la veracidad de ese juicio público. En efecto, como dice usted en la amable carta que ha tenido a bien dirigirme, conozco ciertos aspectos de la vida de Manizales desde tiempos lejanos. De ahí el comentario que hice en mi columna de El Espectador sobre el libro de Salazar Patiño.
En las décadas del 70 y 80, cuando residía en Armenia como gerente de un banco y en forma paralela avanzaba en mi carrera literaria, era columnista de La Patria, en la época memorable de Augusto León Restrepo. Este ejercicio me facilitó tener un enfoque por lo menos aproximado sobre lo que acontecía en la capital caldense. En lo personal, he tenido relación con distinguidos personajes de las letras regionales.
Pero mi aproximación a ella viene desde tiempo atrás. Me refiero a las famosas vivencias del médico Tulio Bayer cuando fue secretario de Salud, recogidas en su libro Carta abierta a un analfabeto político. Fui amigo personal de Tulio Bayer, y esa circunstancia me permitió enterarme de sus luchas en la ciudad. En el 2007 publiqué la novela Ráfagas de silencio, que tiene como personaje al médico Bayer (fallecido en París, tras su largo destierro de Colombia, en 1982).
Con todo esto quiero explicarle de dónde y bajo qué circunstancias se han originado mis vínculos y admiración por Manizales. Veo con beneplácito las manifestaciones que ilustres hijos de Caldas han llevado a Eje 21 como puntos de opinión y debate alrededor de la problemática actual. Entre ellos, por supuesto, está usted.
El Espectador, Bogotá, 26-VI-2015.
Eje 21, Manizales, 26-VI-2015.
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Comentarios:
En Manizales el entusiasmo que tenía su gente se ha ido opacando. Nadie dice algo positivo sobre el aeropuerto. Más bien parece que se ha marchitado la imaginación. ¿En dónde está el civismo que era la verdadera atmósfera de los años idos? Alberto Gómez Aritizábal, Cali.
Manizales y Caldas han estado en manos de personas muy ineptas o muy corruptas. Tapasco, Víctor Renán Barco, Luis Guillermo Giraldo, los Yepes Alzate, Guido Echeverry, Pilar Villegas y tantos otros que se montan en la Alcaldía, la Gobernación, la Licorera o van al Congreso no a servir sino a servirse de esos puestos. Donalrey (correo a El Espectador.com).
Me parece que una vez más usted pone el dedo en la llaga y, por supuesto, ayuda grandemente a enriquecer el urgente y necesario debate que está en mora de darse sobre la muy preocupante y abúlica situación de nuestra querida ciudad. Ojalá todos los que sientan la fuerza interior necesaria para participar en el mismo abandonen (…mos?) la pereza espiritual que muchas veces nos cobija y revivamos las ganas de sacar a Manizales del marasmo en que se encuentra. Guillermo Gärtner Posada.
Dos de los recientes alcaldes, incluido el actual, y Luis Roberto Rivas, han realizado obras magníficas, que le han dado a la ciudad eficiencia en su movilidad y gran belleza. Entre otras, varios conjuntos viales, el parque del agua y la siembra de jardines por toda la ciudad, que le dan colorido y belleza. Y problemas heredados, como la renovación urbana en la comuna San José, se ha acometido con seriedad, y van a solucionarse. Una nueva generación de empresarios, dirigentes e intelectuales van por el camino de recuperar la grandeza de Caldas, que nefastas coaliciones políticas destruyeron. José Jaramillo Mejía, Manizales.
Es una lástima que esto suceda y que se haya empezado a producir desde hace años sin que su gente reaccione. ¿Acaso ese mal decadente no es el que sufre Colombia entera? Yo creo que sí y que cuando se toque fondo tendrá que haber un «renacimiento» promovido por personas que prácticamente estamos hoy arrinconadas por la vulgaridad, la incultura y la incivilización generadas por el «todo es válido» para obtener poder y riqueza. Toda esta corrupción y carencia de valores éticos tendrá que disminuir notoriamente y volver a los caminos de la decencia y la moral. Esa es la esperanza que tenemos muchos. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.