¡Aplausos, Juan Gossaín!
Por Gustavo Páez Escobar
La vida de Juan Gossaín en San Bernardo del Viento transcurría entre la lectura, la escritura y los tableros de dominó. En el campo laboral, era empleado en un molino de arroz (iba a decir “en un molino de viento”, siguiendo los pasos de don Quijote). El único diario que circulaba en el pueblo, con solemne parsimonia, era El Espectador, a cuya lectura se fue aficionando con alegre empatía. Algún día envió, sin mayor pretensión, y probando suerte, un escrito al diario bogotano. Y siguieron ocho o diez artículos más.
Cuál no sería su sorpresa cuando días después le llegó la invitación de don Guillermo Cano, director de El Espectador, para que viajara a Bogotá para hablar con él sobre el campo del periodismo. Los Cano eran especialistas en descubrir nuevas vocaciones. Así se inició el nexo de Juan Gossaín con El Espectador. En poco tiempo, sus crónicas alzaron vuelo y conquistaron infinidad de lectores en el país.
Su paso por Bogotá se prolongó hasta comienzo de los años 70 del siglo pasado. Luego se trasladó a Barranquilla como jefe de redacción de El Heraldo durante ocho años. Entre 1984 y 2010 desempeñó, con lujo de competencia, el cargo de director nacional de noticias de RCN. Luego, en la edad del retiro y el descanso –una utopía en su caso–, se residenció en Cartagena, donde no ha dejado de ser periodista: hoy son famosas sus crónicas de profundidad investigativa en El Tiempo, en las que aborda grandes temas de la vida nacional y escudriña, con su peculiar gracia y amenidad, diversas facetas de la cultura, las costumbres y la idiosincrasia colombianas.
Y le ha quedado tiempo para escribir libros de narrativa y otros géneros, sin descuidar su compromiso como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, a la que ha aportado sustantivos estudios. Entre los honores recibidos están el premio Simón Bolívar y el del Círculo de Periodistas de Bogotá a la vida y obra de un periodista, fuera de doctorados universitarios y diversas distinciones. En suma, una trayectoria ejemplar, infatigable y constructiva, que enseña lo que valen la constancia, el estudio, el ingenio, el esfuerzo y la creatividad.
¿Qué está pasando con los call centers?, pregunta en reciente artículo de El Tiempo. Hace allí un crítico análisis sobre este invento perverso de la época moderna que ha invadido la paz de las familias, ha aumentado el desempleo y se convirtió en sistema desesperante. A toda hora, incluso en las del almuerzo y las nocturnas, suena la voz de algún empleado de ese sistema que ofrece increíbles planes bancarios, fantásticos avances de la telefonía celular, cambios del mobiliario doméstico, préstamos sin fiador, etcétera, etcétera.
“Hablan tan rápido –dice el artículo–, y con un tono tan autoritario, que no se les entiende ni jota. No respetan la intimidad de la gente ni la privacidad del teléfono”. Gracias, amigo Gossaín, por poner el dedo en la llaga en este método torturante de nuestros días.
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El Espectador, Bogotá, 9-IV-2022.
Eje 21, Manizales, 8-IV-2022.
La Crónica del Quindío, Armenia, 10-IV-2022.
Comentarios
Qué grato es volver a tener noticias tuyas. Y gracias por tu artículo, generoso y noble con este servidor y amigo. Para mí tus palabras son una voz de aliento que me estimula a seguir escribiendo mis crónicas. Te mando dos abrazos: uno de cariño y otro de gratitud. Juan Gossaín, Cartagena.
Qué buen artículo. Y qué ciertos los méritos de Juan Gossaín a que haces referencia. Mauricio Borja Ávila, Bogotá.
Con relación a las muy frecuentes e impertinentes llamadas de bancos y empresas de telefonía, para ofrecer sus productos o servicios, puedo dar testimonio de lo descrito por Gossaín en su artículo. La persona que llama, después de saludar con el cacareado “¿cómo se encuentra usted el día de hoy?», empieza a disparar un apresurado e ininteligible rollo que lo deja a uno pensando si el teléfono está fallando o si uno sufre algún grado de hipoacusia (…) Eduardo Lozano Torres, Bogotá.
Juan Gossaín, dotado del talento y dedicación desmesurada a su labor en todos los campos de la comunicación, ha hecho, sin duda alguna, las delicias de los lectores y contribuido grandemente al progreso de los periódicos y emisoras donde ha prestado su eficiente servicio. Merece todos los reconocimientos y aplausos. Inés Blanco, Bogotá.
Qué bello artículo sobre Juan Gossaín: lo comparto totalmente. En mis años de auditor interno tuve la oportunidad de auditar un call center de españoles y pude ver cómo esas compañías explotan a esos muchachos de una manera miserable, y por otro lado tratan de lavarles el cerebro haciéndoles creer que ese es el mejor lugar para trabajar; obviamente que el trabajo es inhumano, con salarios muy bajos, y además los obligan a que invadan la privacidad de las personas y se aprovechan del desempleo de este país. José Miguel Páez Barón, Bogotá.