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Recuperemos Bogotá

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Por: Gustavo Páez Escobar

Como alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa recuperó la calle El Cartucho, habitada por la peor crápula y convertida en foco de la droga, el raterismo, el tráfico de armas y toda clase de vicios. Sórdido lugar adonde la propia Policía se cuidaba de penetrar. Los alcaldes eran conscientes de este cáncer social y de la necesidad de erradicarlo, pero eludían el problema.

La atmósfera de corrupción infectó a todo el barrio, compuesto por catorce mil personas que vivían dentro del libertinaje más abyecto, y habitado en otra época por gente distinguida. Desde los años ochenta comenzó a ser invadido por pordioseros, jíbaros, prostitutas y maleantes, hasta volverlo uno de los sitios más peligrosos de Bogotá. Fue Peñalosa quien acometió el acto valeroso del desalojo y la demolición, librando a la ciudad de un antro de podredumbre, a la vez que rescataba el sector y ofrecía a sus moradores fórmulas de rehabilitación. Allí se construyó el parque Tercer Milenio. Este acto es modelo de la autoridad bien ejercida.

Bajo el lema Recuperemos Bogotá, el líder del progreso bogotano en los años 1998-2000 adelanta hoy su campaña hacia la reconquista de la Alcaldía. Para nadie es secreto que se trata de uno de los alcaldes de mayor visión y desempeño que ha tenido el distrito. A su sólida cultura profesional y destacado ejercicio en diversas posiciones de la vida pública se suma su constante preocupación por los problemas de Bogotá.

En su paso por la Alcaldía dejó mejoras de profundidad y largo alcance, entre las que se cuentan TransMilenio, novedoso sistema de transporte admirado y copiado por otros países; el desarrollo urbano integral, con énfasis en el espacio público; la construcción de colegios y la ampliación de cupos escolares; la creación de las grandes bibliotecas El Tintal, El Tunal y Virgilio Barco, y trece más de inferior nivel.

Quince años después, Bogotá es una ciudad detenida. Ha sido un proceso progresivo, hasta llegar al desgreño causado por las torpes administraciones que hemos sufrido. Los gobiernos de izquierda resultaron un fracaso. Problemas como el tránsito caótico, la inseguridad, el abandono de la infraestructura urbana y el desgobierno dondequiera se mire hacen insoportable la vida bogotana.

En reciente encuesta, el ochenta por ciento de las personas consultadas dice que las cosas van por muy mal camino y quiere un cambio. Se ha llegado a los peores extremos de la inconformidad y la desesperanza. La otra Bogotá, la Bogotá humana, es la que dejamos perder. Y hay que recuperarla.

En la mira de Peñalosa está la ciudad del futuro, la ciudad con calidad de vida, que  surgirá con ideas como estas: más TransMilenio, “eficiente, rápido, pulcro y seguro”, sin descuidar el metro con el componente de tramos elevados; la recuperación del espacio público; la seguridad ciudadana; la reparación de las vías; el mejoramiento de todas las entradas y salidas de Bogotá; la descontaminación y ampliación del río Bogotá; la construcción de ALO (Autopista Longitudinal de Occidente). Y óiganse estos anuncios de especial significado: la necesidad de que la ciudad demuestre respeto por el ciudadano; llenar el alma con la recreación y no con la droga.

Ha llegado la hora en que los ciudadanos deben escoger el modelo de ciudad que quieren. Es preciso romper las cadenas del atraso y la parálisis que hoy tienen hundida a Bogotá. A la vista está la opción de un ejecutivo comprobado y garantizado.

El Espectador, Bogotá, 18-IX-2015.
Eje 21, Manizales, 18-IX-2015.

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Comentarios

Es necesario que regrese Peñalosa a la Alcaldía de Bogotá a ver si logra recuperar algo del orden y calidad de vida que la ciudad estaba alcanzando durante su gobierno. Los que critican TransMilenio no tienen en cuenta que el sistema funcionaba bien hasta que las malas alcaldías  y el comportamiento de la gente se lo tiraron. También olvidan cómo Transmilenio mejoró rápidamente el transporte público para miles de personas que tenían que tomar los espantosos y destartalados buses bogotanos. Crótatas (correo a El Espectador).

Está bien que se recupere una zona. Pero que alguien le explique al personaje que recuperar los ladrillos no es recuperar al ser humano, y que El Cartucho no se acabó: se trasteó unas cuadras abajo con el nombre de Bronx. Usted, columnista, puede cortar y pegar frases de la campaña de quien quiera, como lo hace en este caso, y hacer campaña. Pero no nos venga con cuentos. yancarlo10 (correo a El Espectador).

Ya es hora que Bogotá sea la hermosa capital que fue. No entiendo cómo  mis conciudadanos pudieron elegir a semejante alcalde, Petro, que desbarató la ciudad al igual que lo están haciendo Maduro y Cabello con Venezuela. A ver si esta vez elegimos a Peñalosa para que se recupere Bogotá del desastre. Luis Quijano, bogotano residente en Estados Unidos.

Peñalosa hizo más en tres años que los tres últimos alcaldes sumados, que nos tienen a los bogotanos con ganas de irnos a vivir a otra parte. Dobleu25 (correo a El Espectador).

A los ingenieros que hemos trabajado con empresas petroleras americanas y que pensamos en Colombia nos aterra el cáncer que carcome a nuestro país y es el de la corrupción. Muchos estamos entusiasmados con Peñalosa pues sabemos de sus condiciones, su preparación, conoce la ciudad, la ha estudiado, no va a perder tiempo enterándose de los problemas y las necesidades. De Petro no me gustó su terquedad respecto a la definición de hacer el metro 100% subterráneo, a costos imposibles de pagar. Si en el deprimido de la 94  llevan 3 años, ¿cómo será en varios  kilómetros? Apoyo a Peñalosa especialmente por su decisión de revisar y hacer el metro elevado en un porcentaje muy alto.  Gilberto Giraldo Henao, Bogotá.

Plenamente de acuerdo en lo referente a la necesidad de elegir a Peñalosa. He hablado con muchas personas al respecto y creo que así será, a juzgar por los conceptos que he recibido. Unos cuantos han estado en desacuerdo conmigo y cuando les pregunté el porqué, solo argumentaron con una simplicidad que da grima: ¿para que nos llene de bolardos? Y cuando les repreguntaba qué tuvieron de malo los bolardos (o si preferían las aceras llenas de carros aparcados, como sucede ahora), se quedaban sin argumentos. Bueno, sigamos animando la idea de nombrar un alcalde reformador y técnico que vuelva a pensar en Bogotá y no en la politiquería. Eduardo Lozano Torres, Bogotá.

 

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