Poetisas colombianas del siglo XX
Por: Gustavo Páez Escobar
En el año 2001, Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano unieron sus destinos en sorprendente idilio que ha resistido los embates del tiempo y mantiene la misma emoción de sus inicios. En el 2005, publicaron Concierto de amor a dos voces, salido de Apidama Ediciones, empresa que ellos dirigen. Ahora dan a la estampa el Nuevo concierto de amor a dos voces. Eros maneja los hilos ardorosos de estos poemas que ambos se escriben y que evidencian la llama de su amor.
Además, Apidama editó la antología Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres, a la que Guiomar Cuesta y Alfredo Ocampo dedicaron varios años de investigación. En las 767 páginas de la obra, que corresponden al primer tomo, se reseña a las poetisas nacidas hasta 1949. En poco tiempo, según anuncian sus autores, vendrá la segunda parte.
En este tomo figuran 84 nombres femeninos, con sus respectivas fichas bibliográficas (435 libros en total) y juicios sobre sus creaciones. Se hace mención no solo de las mujeres que han gozado de amplia fama, sino que se rescata a otras autoras desconocidas o poco difundidas. Tal el propósito de la obra: destacar el mérito femenino y hacer ver la marginación de que ha sido objeto la mujer a causa del machismo imperante en la sociedad. Esa situación fue cierta en épocas pasadas, pero ha dejado de existir en nuestros días. La mujer de la actualidad, liberada ya del predominio masculino, conquistó el puesto destacado que merece. Esa es mi opinión personal.
Con todo, en el campo de la poesía las mujeres siguen formando grupo aparte en los “encuentros de poetas colombianas” de Roldanillo y Medellín. Prefieren que se les llame poeta, y no poetisa, legítima palabra con que se ha designado a la mujer que escribe poesía. No todas piensan igual. Una amiga poetisa me escribe lo siguiente: “Nunca he entendido por qué a algunas de mis colegas les molesta que las denominen como poetisas. Utilizar el masculino, para tal caso, no es coherente con el buen uso gramatical”.
La poetisa Esther López Martínez nació en Filandia (Quindío). Debido a su larga residencia en Medellín, donde murió en 1992, no figura en la lista de escritores quindianos. Ahora la rescata esta antología. Por otra parte, en la obra aparecerán omisiones inevitables –como en toda antología–, y es oportuno mencionar la de Fanny Osorio (1926-1988), sobre quien Dora Castellanos expresó alto concepto.
En el caso de Laura Victoria ocurre un hecho curioso. Ella acostumbraba disminuirse la edad conforme avanzaba el calendario (yo hallé por lo menos tres edades erradas cuando escribía su biografía), lo cual permitió un error en la antología: se anota como fecha de su nacimiento el año 1908, cuando el real es el 1904. En consecuencia, dice la obra que ella falleció de 96 años, cuando su muerte ocurrió casi a los 100 (le faltaron 6 meses para cumplir el centenario).
Por fecha de nacimiento, la primera poetisa erótica es Margarita Gamboa, nacida en El Salvador en 1899. Miembro de una tradicional familia caleña, la futura escritora se radicó en Cali hacia 1908, y allí murió en 1991. Laura Victoria, el emblema mayor de la poesía erótica de Colombia, tuvo acento nacional e internacional, mientras que Margarita solo lo tuvo en el área regional (Valle del Cauca). La obra de esta poetisa fue rescatada en 1999 en el libro titulado Margarita Gamboa: cien años de amor.
Bienvenida esta antología de dulce aroma femenino que nos ofrece, a mujeres y hombres por igual, la ocasión de valorar lo que debe ser valorado. Aquí concurren figuras relevantes del bello arte poético, como Laura Victoria, Margarita Gamboa, Dora Castellanos, Maruja Vieira, Carmelina Soto, Matilde Espinosa, Meira Delmar, Beatriz Zuluaga, Sylvia Lorenzo, Inés Blanco, Emilia Ayarza, Esperanza Jaramillo, Dora Mejía… Parabienes a Guiomar y Alfredo por la estupenda labor que cumplen con su sello editorial.
El Espectador, Bogotá, 31-V-2013.
Eje 21, Manizales, 31-V-2013.
La Crónica del Quindío, Armenia, 1-VI-2013.
Red y Acción, Cali, 2-VI-2013.
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Comentarios:
Conocí a Margarita Gamboa cuando vivía en Cali, entre 1959 y 1964; luego perdí su pista. Y desde luego a Maruja Vieira, que trabajaba en el Sena, donde yo fui director del Centro Industrial local. Y claro, a la hija de Eduardo Carranza, Mercedes. Juan Ruiz de Torres, Prometeo Digital, Madrid (España).
El tema de poetisas y poetas es como el de la poesía femenina, variaciones alrededor de nada como decía el Maestro Leo. A mí me gusta más que me digan poeta, pero no sé por qué algunas colegas no quieren oír hablar de poesía femenina. Y entonces, ¿cómo se le dice a la poesía escrita por mujeres? ¿Femenil? ¿Feminista? No vale la pena poner al idioma a hacer cabriolas… Poesía es o no es, pero eso lo dictamina el tiempo, juez único. Maruja Vieira, Bogotá.
Leí el artículo sobre la antología de poetisas de Colombia, nacidas antes de 1949, entre las que honrosamente me incluyeron. Estoy de acuerdo con que poetisa debe ser el título, sin necesitar recurrir al masculino. Mercedes Medina de Pacheco, Bogotá.
Me encantó el artículo por tratarse del mismo tema que yo ventilé en mi antología Mujeres poetas de Hispanoamérica (1991). Ahí incluí a doce poetas colombianas. Realmente, según se entiende el erotismo sin vendas, la primera mujer erótica fue Laura Victoria. No estoy muy de acuerdo en que se les llame a las poetas poetisas, porque una vez la prensa de Medellín llamó a la poeta santandereana Carmen de Gomez Mejia «pitunisa», en vez de poetisa. Ramiro Lagos, Greensboro (USA).
Me agradó enormemente el artículo. Vale la pena recordar que Sylvia Lorenzo, mi gran amiga, siempre protestó por el nombre de poetas para las mujeres que escriben poesía. El día que le leí mi poema ¿Poeta?… o ¿Poetisa?, me dijo: “ Las poetisas que afirman llamarse poetas son unas ignorantes pues desconocen que el femenino regular de poeta es poetisa». También me agrada que últimamente he oído hablar a Dora Castellanos de poetisas. Silvio Vásquez Guzmán, Bogotá.