Reglas básicas de buen periodismo
Por: Gustavo Páez Escobar
Me pide Ángel Castaño Guzmán mi opinión sobre la prensa escrita en el Quindío con destino a una investigación que adelanta sobre el periodismo de la región. Por no residir en el Quindío, no me queda fácil elaborar un concepto a profundidad sobre dicho asunto, pero me referiré en cambio a varios principios fundamentales que gobiernan la profesión del periodista en cualquier lugar.
El primero de ellos es el de la independencia conceptual. El periodista debe mantener un criterio autónomo, fortalecido por la ética y la moral, para dar la información o criticar hechos censurables de la vida pública sin estar atado a conveniencias personales. La verdad debe prevalecer por encima de toda circunstancia. Esto supone el no depender de favores, obsequios o tratos interesados del público o las autoridades.
Distinguirá lo que es cierto de lo que es falso o engañoso. Para hacerlo, debe buscar fuentes serias de información y no conformarse con la primera versión, sino confrontar los hechos. Cuando critica, debe hacerlo con altura y precisión, huyendo de la ambigüedad, la ligereza o el lenguaje oscuro. Antes de dar a la publicidad cualquier escrito, debe releerlo, corregirlo y darle la mayor exactitud y comprensión posible. No olvidar que de su palabra depende la honra ajena.
Cuando Rodrigo Gómez Jaramillo se posesionó de la Gobernación del Quindío en el año de 1984, pidió a los periodistas que eliminaran la lisonja, la alabanza o la adulación, y que le criticaran sus errores y se convirtieran en vigilantes de la moral pública, como camino propicio para defender los intereses de la sociedad.
Él no quería una prensa amiga, sino una prensa crítica. Valiosa lección que ojalá nunca se olvide. ¿Esa regla de oro se practica hoy en el Quindío? El mejor amigo es el que nos dice la verdad, recordó el Gobernador, e invitó a los periodistas a ser censores y no conformistas. Al respecto, dice el escritor boyacense José Umaña Bernal: “El periodismo es oficio de hombres libres; y sólo en la rebeldía se conserva la dignidad”. No debe entenderse la rebeldía como irrespeto, grosería u ordinariez y dicha actitud debe expresarse con elegancia, carácter y categoría.
El bien decir y el bien escribir es regla primordial en el oficio del periodismo. ¿Cómo puede alguien ejercerlo con idoneidad y donaire si no domina las reglas esenciales de la gramática, la ortografía y el bello estilo? Nótese que los grandes periodistas son al mismo tiempo grandes literatos. No se hicieron de la noche a la mañana, sino que se quemaron las cejas estudiando textos con asiduidad, asistiendo a cursos frecuentes, leyendo mucho y depurando con rigor sus artículos.
Por desgracia, la gramática está sacrificada en los predios generales del periodismo. Los que se salen del pelotón son los que hacen carrera, se distinguen ante el público (el mayor censor y el mayor dispensador de méritos), y en una palabra, se vuelven maestros de su noble y hermoso destino.
Bogotá, 15-IV-2011.