Tunja cultural
Por: Gustavo Páez Escobar
Invitado por el Banco de la República por conducto de su Área Cultural, organismos que dirigen en Tunja Yolanda Benavides Sarmiento y Luz Marina Bautista, leí en el claustro de San Agustín una semblanza sobre la poetisa Laura Victoria, dentro del homenaje que se le tributó en el Día Internacional de la Mujer. El ramillete de mujeres que engalanó el acto, encabezado por las damas oferentes, dinámicas promotoras de los valores regionales, me hizo ver que en Tunja existe un sólido matriarcado en los campos del civismo, la educación y la cultura.
Esta fragancia femenina se esparció como una emanación de vida por el claustro legendario (en sus orígenes, lúgubre convento de los agustinos; años después, panóptico de duro encierro, y en la actualidad, silenciosa casona de lecturas e investigación, que el Banco de la República preserva como invaluable tesoro histórico). Brindamos por las mujeres, aromas de la vida y adornos de la naturaleza, que hacen florecer el amor y justifican el sentido de la existencia humana.
Con auspicio del Banco de la República, en el claustro de San Agustín funciona la Biblioteca Alfonso Patiño Rosselli, que dispone de 25.000 títulos y presta gran servicio a la población estudiosa. Allí también está establecido el Archivo Regional de Boyacá, guardián de valiosa documentación histórica, dirigido por la licenciada Rósula Vargas de Castañeda, otra de las cultas damas que enaltecieron el acto, lo mismo que Myriam Báez Osorio, que administró la entidad durante varios años.
Hecho relevante dentro de este matriarcado lo constituye la designación de Nelly Sol Gómez de Ocampo como rectora del Colegio Boyacá, fundado por el general Santander en mayo de 1822 y que ejerce gran desempeño como centro educativo de primer orden. Es la primera mujer que llega a dicha dignidad en los 180 años que va cumplir el plantel. Se trata de una líder educativa, a la par que escritora e historiadora, con incursiones en la poesía y en obras de tetro. Su libro El espíritu de una raza recrea algunas leyendas aborígenes y algunos episodios de la Independencia.
La presencia de la mujer en la vida cultural de Boyacá es digna de mención. Una pléyade de escritoras y artistas le dan honor a la comarca. Me resultó s grato encontrar este cuadro de delicados matices femeninos, donde, fuera de las nombradas, se hallaban otras distinguidas damas de la ciudad, como Elvirita Lozano Torres, profesora de música de la Universidad Tecnológica y Pedagógica; la pintora María Consuelo Sánchez Peñuela y algunas figuras de las letras y la educación, la feminidad y la gracia.
Hace algunos años asistí en Tibasosa al Festival de la Feijoa y me encontré con la novedad de que las altas posiciones locales las ocupaban mujeres de armas tomar: alcaldesa, personera, tesorera… Este matriarcado venía de vieja data, y los maridos no se sentían incómodos ni desplazados. Tibasosa es un lindo florero, por su orden y esplendor. Durante los días del festival no había consumo de licores, porque en el pueblo no mandaban los hombres. ¡Loor a las mujeres!
En esta crónica aparece otro matriarcado de lujo. A Tunja fui a exaltar la vida y la obra de la inmensa poetisa Laura Victoria, que en los años 30 del siglo pasado conmovió al país con sus versos sensuales y abanderó la emancipación femenina dentro de la puritana sociedad de entonces. Su nombre, orgullo para Boyacá y sus lares nativos, debe rescatarse ante las nuevas generaciones como ejemplo de lucha y de creatividad.
El Espectador, Bogotá, 22-III-2002.