El alcalde alcabalero
Por: Gustavo Páez Escobar
Cuando el bolsillo de los colombianos no resiste un impuesto más, y el país entero pasa por una de las crisis económicas más perturbadoras que se hayan conocido en mucho tiempo, en Bogotá nos resulta un Alcalde alcabalero, alejado de la realidad social, que pretende implantar nuevas y desmedidas cargas tributarias que provocan, con justa razón, perplejidad y angustia.
Nadie entiende esta actitud obsesiva que, desoyendo clamores y con el argumento de que las arcas están estrechas y el progreso de la ciudad no se puede detener, camina en contravía de la opinión pública, quereclama del burgomaestre mesura y reflexión.
Una de las medidas más drásticas del paquete tributario es el alza exagerada del impuesto predial, hasta topes que doblan las tarifas actuales.
Lo que debería suceder, en sana lógica, es disminuir, o por lo menos congelar, este gravamen ya de por sí gravoso, en momentos en que la finca raíz registra desde años atrás alarmante deterioro que ha lesionado en forma grave la industria de la construcción, con efectos desastrosos sobre el desempleo que vive el país.
Primero hay que contemplar la justicia de las normas y la capacidad económica de los ciudadanos. Y vienen otras cargas, ya planteadas en el pasado, y derrotadas.
Una de ellas, la de los peajes en las entradas de la ciudad. Las carreteras de Colombia se llenaron de peajes desesperantes por todas partes, hasta el punto de que se paga mucho más por este concepto que por combustible. Como el sistema es productivo, y por lo tanto tentador, se busca ahora incrementar los ingresos distritales mediante fórmulas antipáticas para la ciudadanía, taponando las puertas de la capital.
De nuevo se acude al recurso atractivo del alumbrado público, idea que no tuvo éxito en la pasada administración. También se proyecta aumentar el impuesto de industria y comercio y crear un gravamen de plusvalía.
Hay la sensación de que, como el alcalde Peñalosa supo para qué son los fondos públicos –y gastó en obras elocuentes, hoy ponderadas por todos, los dineros que le dejó su antecesor, es decir, el mismo Mockus–, este busca llenar de nuevo las arcas para demostrar el rendimiento que en esta materia no tuvo en el pasado.
Entre tanto, como lo analiza el columnista Pedro Medellín Torres, han transcurrido tres meses sin que el ilustre catedrático, nuestro Alcalde alcabalero, comience a gobernar.
El Espectador, Bogotá, 24-IV-2001.