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Zonas francas turísticas

viernes, 16 de diciembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Un empresario antioqueño que leyó mi columna Cancún, ejemplo para imitar, quiso que conociera un interesante proyecto turístico que se adelanta en la Cos­ta Atlántica, sobre el mar Caribe, a 37 kilómetros de Cartagena y 72 de Barranquilla. Primero que todo me hizo esta anotación: que tra­tándose de un artículo crítico so­bre la baja calidad del turismo colombiano, derivada sobre todo de la falta de políticas oficiales, tenía un fondo constructivo y nacionalista.

Y como dicha nota propone imitar el de­sarrollo turístico de Cancún, uno de los si­tios que en Méjico producen más benefi­cios para el progreso nacional, aquí está, me dijo el empresario, el plan en que trabaja un grupo de inversionistas antioqueños. He tenido oportunidad de estudiar con de­tenimiento los papeles que me confió, que no dejan duda sobre la seriedad y la trascendencia de la obra.

Sea oportuno saber que una ley reciente autorizó en el país la creación de las zonas francas turísticas internacionales. Tres ya es­tán en marcha, entre ellas, la que aquí se co­menta: Caribe de Indias Internacional S.A. Queda ésta, como antes se dijo, en inmedia­ciones de la ciudad de Cartagena, de donde dista 20 minutos por la Carretera de la Cor­dialidad, y 40 minutos de Barranquilla.

La condición de zona franca exime de todo impuesto a las empresas que se esta­blezcan en el territorio demarcado (en este caso, de 347 hectáreas). Este privilegio es básico para impulsar, como lo busca la ley, polos de desarrollo que aparte de fomentar el turismo generen empleo y hagan surgir otras actividades de conveniencia pública. En el caso que se comenta, el proyecto cuen­ta ya con las licencias necesarias para el ob­jetivo buscado, las cuales no son de fácil obtención.

La sociedad anónima que para este efecto se ha constituido en Medellín está formada por 600 acciones de $60 millones cada una, de las que ya han sido suscritas 350 en Antioquia, y las restantes están siendo ven­didas en otras ciudades colombianas. La fi­nalidad de la sociedad es adecuar el terreno con la infraestructura fundamental, y luego venderlo a firmas de primera calidad para que ellas exploten por su propia cuenta la hotelería, los casinos, las canchas de golf, los centros comerciales, la zona bancaria, los servicios públicos, los bancos, etcétera. En este proceso se obtendrá alta valorización de la tierra.

Ya tres entidades han adqui­rido sus propiedades, y se calcula que en dos años estarán en servicio los primeros hote­les. Entonces el proyecto será una realidad. Y en el curso de cinco o seis años se habrá formado una nueva ciudad de 40.000 habitantes. Siguiendo el modelo de Can­cún, el afán prioritario del momento es pla­near en forma rigurosa esa ciudad del futuro.

Como atractivos se cuenta con vege­tación privilegiada, estupendo clima tropi­cal, hermosa topografía, 1.800 metros de playa, abundante agua y pureza ambiental. Los inversionistas que lo deseen pueden acogerse a planes favorables de entida­des bancarias que han ofrecido su apoyo al proyecto.

Entusiasma saber que en esta forma, gracias a la iniciativa y al empeño de la raza antioqueña, camina con las perspectivas de éxito aquí señaladas un programa de enver­gadura que busca el progreso de la patria.

El Espectador, Bogotá, 17-VII-1997.

 

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