Fabio Arias Vélez
Por: Gustavo Páez Escobar
Su espíritu cívico por el progreso de Armenia, ciudad donde vivió la mayor parte de su vida, fue su virtud sobresaliente. Sin embargo, no era oriundo de esta ciudad, sino de Neira, en el departamento de Caldas. Concluida su carrera de ingeniero en la Universidad del Cauca, se radicó por algún tiempo en Manizales y más tarde se trasladó a Armenia, que se convertiría en su cuna adoptiva.
Fabio Arias Vélez no nació en el Quindío, pero se ganó el aprecio de la gente y el título de quindiano por su estrecha vinculación a la región y sobre todo por el cúmulo de obras de beneficio público que realizó a lo largo de su existencia. «No con quien naces, sino con quien paces», dice un sabio refrán español. Hasta tal punto llegó su compromiso con la tierra quindiana, que pocos sabían que era caldense.
En dos ocasiones fue rector de la Universidad del Quindío y en ambas dejó huellas de su capacidad administrativa. Una y otra vez le tocó recibir la institución en condiciones precarias. Era un mago para conseguir recursos y solucionar los déficits presupuestales. Como gerente que fui del Banco Popular en aquellas ocasiones sé del enorme esfuerzo y de los ostensibles resultados que caracterizaron sus administraciones.
En la última de ellas tuvo que afrontar una desastrosa crisis económica, y en poco tiempo logró las fórmulas maestras para salir de la encrucijada. No sólo enderezó las cifras sino que proyectó la entidad por derroteros seguros. No me cabe duda de que Fabio fue uno de los motores fundamentales del avance y la estabilidad del centro docente.
Como presidente de la Sociedad de Mejores Públicas, que ejerció por largos años, desarrolló formidables realizaciones.
Los parques y las avenidas, la cara más visible de toda ciudad, tuvieron –y siguen teniendo hoy, gracias a la semilla bien sembrada– la lozanía y encanto que son tan admirados en la Ciudad Milagro. Hoy las distinguidas damas que conforman el cuadro laborioso de la benemérita institución lloran la partida de uno de los grandes promotores del ornato y el desarrollo de la ciudad.
Le correspondió ser el primer alcalde de Armenia por elección popular. En alguna forma siempre lo había sido: era el alcalde cívico que impulsaba la conciencia colectiva con hechos evidentes. La Sociedad de Mejoras Públicas es en Armenia, como en pocas ciudades, la gran coadministradora del progreso local, y está comprometida no sólo con las obras materiales sino con la vida cultural. Ese impulso se lo imprimió Fabio, y a él también se debe la construcción de la magnífica sede de la entidad.
Isabela y sus hijos pueden tener la certeza, en esta hora de dolor que todos compartimos, de que no en balde se ha cumplido este apostolado social. Ha muerto un ilustre benefactor de Armenia. Su nombre queda escrito con gratitud, para recuerdo de las futuras generaciones, en la memoria de la gente.
La Crónica del Quindío, Armenia, 15-XI-1997.
El Espectador, Bogotá, 16-XI-1997.