Revista Manizales: 55 años de labor continua
Por: Gustavo Páez Escobar
Si la revista no hubiera tenido un receso en el gobierno del general Rojas Pinilla al ordenársele a la Imprenta de Caldas que suspendiera su publicación, en octubre de 1995 –cuando cumple 55 años de fundada con la edición 653– habría llegado al número 660. Hoy el ejemplar consta de 20 páginas, lo que daría, calculando un promedio de 16 páginas por emisión a lo largo de 55 años, un total de 10.000 páginas editadas.
No sólo se trata de un milagro de supervivencia sino de un fenómeno cultural. Imaginemos una colección contenida en 10.000 páginas de 23 por 34 cms., y hagamos cuenta del espacio que necesita una biblioteca para albergarla. No hay que pensar sólo en el papel que se ha consumido, que pesa toneladas, sino en el acervo de cultura que guardan estas hojas silenciosas.
Blanca Isaza, la fundadora, nacida en Abejorral en enero de 1898, llega a Manizales de tres años de edad. Cuarenta años después, ya consagrada poetisa, pone la primera piedra –o sea, la primera línea– en esta pirámide de papel. Por otros caminos arriba a la misma ciudad el con el tiempo también connotado poeta Juan Bautista Jaramillo Meza, nacido en Jericó en mayo de 1892.
Dos antioqueños andariegos que se habrán de encontrar para realizar una proeza. Muy jóvenes –ella de 18 años, y él de 24– se casan en agosto de 1916. Su sangre de poetas fertiliza las letras caldenses con una cascada de libros que les hacen conquistar sitios de honor en la literatura colombiana. En diciembre de 1951 son coronados poetas, el máximo trofeo del arte otorgado en aquellas calendas.
Blanca Isaza de Jaramillo dirige la gaceta hasta el día de su fallecimiento, ocurrido en septiembre de 1967. Al desaparecer la capitana, su esposo, el copiloto, se pone al frente de la nave y allí permanece también hasta el momento de su muerte, que tiene lugar en abril de 1978. Han corrido 38 años desde que se inició la publicación mensual. Todo hace suponer que Manizales, la ciudad señera, se quedará sin su atalaya espiritual, la revista Manizales. Mas en forma inesperada, como otra sorpresa de la fecundidad del pensamiento, surge la tercera revelación: Aída Jaramillo Isaza.
Nadie la conoce en el campo del periodismo. Se sabe que es la hija amada, calurosa y coloquial en el ámbito hogareño, pero se ignoran sus artes de escritora. Tal vez es una vocación que se mantiene adormecida a la espera de la señal precisa. Por aquellos días resido yo en la ciudad de Armenia y ha caído en mis manos la página añeja de una revista local donde descubro a la futura directora vistiendo hábitos de monja como sor María de la Misericordia, en compañía de sus padres y al lado de una publicidad que anuncia: Poker – Costeña – Maltina, tres cervezas de Bavaria.
Desde luego, no me imagino a Aída Jaramillo el día de su toma de hábitos (enero de 1955), en medio de un ambiente cervecero. Le remito la foto curiosa y ella me dice que algún día me hablará «sobre ese pasado maravilloso que ocupó apenas dos años de mi vida». Cuando asume la dirección de Manizales, que parece le hubiera llegado como herencia inexcusable, alguien me cuenta que la antigua monja viene, desde años atrás, al frente de la Fundación Santa Ana, obra benemérita que hoy cumple 45 años de existencia. Se había retirado de la comunidad religiosa para desempeñar como laica una productiva función social.
Hoy lleva 17 años como directora de la gaceta. No sólo ha sido la continuadora eficaz de una labor admirable, sino que le ha inyectado a la publicación su propia personalidad. Sin ella, el empeño cultural de sus padres habría fenecido. Dotada de fina sensibilidad humana, que compagina con su fibra espiritual, en cada número explaya ideas avanzadas sobre los hechos sociales y el mundo cultural.
Los breves y ágiles escritos con que encabeza las ediciones (y este juicio ha de herir su modestia proverbial) tienen el carácter de editoriales de prensa grande. Ojalá alguna entidad caldense recogiera en libro, para gloria de las letras regionales, estos ensayos elaborados con rigor gramatical, firmeza y claridad intelectuales y bello estilo.
No he de privarme del agrado de expresar estas verdades, como tributo a los ilustres progenitores al coronar su revista 55 años de glorioso batallar. Parece que ellos continuaran vivos, y en realidad lo están, ya que la hija solícita rescata sus escritos en cada número, en asocio de las páginas selectas de otros autores. Para que ellos vivan, el alma de Aída anda suelta por los surcos de la edición.
La Patria, Manizales, 20-IX-1995.