La Crónica, un esfuerzo quindiano
Por: Gustavo Páez Escobar
La lectura de La Crónica del Quindío en la capital del país se convierte en lazo de afecto con la tierra quindiana, con su gente y sus afanes cotidianos. Miro el último ejemplar recibido y me sorprende el hecho de que este medio de comunicación haya logrado sobrepasar los dos años de existencia. No es fácil que el periódico de provincia, sobre todo si es diario, llegue lejos. Llegar lejos, en este caso, significa cumplir las 825 ediciones que hoy alcanza. Esto significa que, superados los escollos iniciales que atentan contra la vida del diario, puede considerarse despejado el futuro.
Arduo camino el de sostener un periódico de provincia en medio de la prensa grande del país. Los lectores no abandonan con facilidad los periódicos tradicionales. Lo mismo sucede con los anunciadores. Sin lectores no habrá periodismo, y tampoco sin anunciadores, que son quienes hacen posible la base económica de la empresa. Los unos son vendedores de ideas, y los otros, de imágenes comerciales. La región ha entendido que debe respaldar a La Crónica y por eso ha sido generosa con los programas publicitarios.
Es mucho lo que el periódico ha superado en los dos años largos que aquí se comentan. Comenzando por la circulación, y en lo que a Bogotá respecta, debe anotarse que ahora sí el diario es en realidad diario. Antes era un diario que llegaba en entregas acumuladas, si es que éstas venían completas. No hay nada que envejezca tan rápido como el periódico. Al día siguiente, e incluso en la tarde del mismo día, el material huele a cosa obsoleta, a noticia trasnochada.
Se nota, además, esmero en la calidad editorial. Contra la ligereza de otros tiempos (y aquí hay que incluir graves faltas contra la ortografía y la sintaxis), hoy existe madurez de los conceptos y pulimento de estilo. No es que las truculentas noticias de sangre, o los hechos triviales de la parroquia tan propensos para el sensacionalismo, hayan desaparecido. Pero se han moderado.
Lo ideal es combatir tanto el amarillismo como la politiquería atrofiantes, hasta conquistar la altura que demanda el periodismo serio. Altura que no sólo la aportan los editoriales del periódico, sino también, y en buena medida, las notas de los columnistas. Por desgracia, éstas no siempre alcanzan dicha exigencia.
A la Dirección le corresponde buscar y mantener la calidad para que el periódico, lo mismo que ocurre en una industria, sea vendible, llegue a la gente. Lo más importante es crear opinión pública.
Con el último número que acabo de recibir, deseo registrar el esfuerzo de los propietarios, directivos y colaboradores por mantener el periódico diario en sta ciudad que no lo ha tenido. Y no sólo felicitarlos por el recorrido gratificante, sino invitarlos a conquistar nuevas metas.
La Crónica del Quindío, Armenia, 25-VIII-1994