Guerra de cielos abiertos
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Hay que aplaudirle al Gobierno su política de cielos abiertos. El monopolio que ejercía Avianca tanto en los aires colombianos como en los internacionales –poder que cada vez se debilita más con la competencia que se ha acentuado en los dos últimos años– impuso en el país unas de las tarifas más elevadas del mundo. Mediante la apertura aérea, que ha atraído a nuestro territorio a diversas empresas americanas y europeas, los usuarios han ganado en economía de costo y en eficiencia.
Lástima que Avianca, nuestra industria insignia que tanto renombre tiene en el continente, hecho del que nos sentimos orgullosos, no haya aprovechado su situación de privilegio para brindar mayores ventajas a los colombianos. Con el campanazo que se ha dejado sentir, la empresa no ahorrará esfuerzos para mejorar su imagen. El incumplimiento persistente de sus horarios, cuando no la cancelación de algunos vuelos por causas distintas del mal tiempo o el cierre de aeropuertos, había llegado, duele decirlo, a límites desesperantes. Ojalá esa falla se supere, si aún no ha sido superada, con medidas ejemplares.
El programa de cielos abiertos no sólo ha puesto en la onda de la competencia a las compañías extranjeras sino también a las nacionales. Antes el costo de un pasaje a Estados Unidos era exorbitante. Ahora, Aces ofrece tarifas moderadas a Miami y Florida. Y adelanta trámites para el desplazamiento hacia Santo Domingo, San Juan de Puerto Rico y otros sitios centroamericanos.
La empresa que más ha contribuido a abaratar costos dentro del país es Intercontinental de Aviación. Ha revolucionado el mercado con sus planes de turismo económico. Mientras por Avianca la tarifa corriente de Bogotá a San Andrés y regreso es de $220.780, Intercontinental vende el mismo servicio por $150.000, e incluye alojamiento y alimentación por espacio de cinco días en hoteles confortables. Con la tarifa de $36.352 a Cartagena, presenta una rebaja del 53% en relación con el pasaje por Avianca, que es de $77.890. Mientras Avianca cobra a Cúcuta $62.390, Intercontinental lo hace por $28.752 (una economía del 54%).
AeroRepública le sigue los pasos a Intercontinental. A San Andrés vende por $198.000 un plan que abarca el tiquete, el alojamiento por 5 días, media pensión y un día de carro. Y cuando viaja un matrimonio a Santa Marta, San Andrés o Cartagena, da tiquetes gratis a dos hijos menores de 18 años o a los padres, mayores de 65 años, de uno de los cónyuges. A Cartagena tiene la misma tarifa rebajada de Intercontinental.
La audacia comercial de las empresas jóvenes ha aflojado los resortes de las viejas –Avianca y SAM–, que han lanzado al mercado tarifas de competencia. He conocido, al momento de cerrar esta nota, un tiquete económico de Avianca que sólo cuesta $104.000 de Bogotá a San Andrés y regreso. La misma empresa promociona el llamado Plan 2×1, que consiste en la ganancia de un tiquete cuando una pareja viaja a Cartagena, Santa Marta o San Andrés. SAM, por su parte, presenta diferentes alternativas para ponerse a tono con el mercado.
Las estrategias que se señalan al vuelo (la palabra cae al dedillo) representan una contraofensiva eficaz para frenar el alza escandalosa de los pasajes aéreos. Al fin se obtuvo algún alivio dentro de las carestías crecientes que asfixian la vida nacional. Las dos empresa mayores deben estar preocupadas con el descenso que muestran sus ventas durante el primer semestre de 1993: 4,6% en el caso de Avianca, y 2,9% en el de SAM. En cambio, Intercontinental superó el número de pasajeros en el 70,9%, y Aires en el 34,9%. La guerra de tarifas apenas ha comenzado.
El Espectador, Bogotá, 16-X-1993.