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El triunfo de un hombre modesto

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Salpicón

Por: Gustavo Páez Escobar

Pedro Gómez Barrero, que apren­dió a querer la tierra entre surcos y vacas de ordeño en una finca de Cucunubá (Cundinamarca), un día dio el gran salto a la ciudad. Su ilusión era ser abogado, pero su pobreza no se lo permitía. El único empleo que pudo conseguir fue el de celador de un ministerio, cir­cunstancia que aprovechó para estu­diar durante las horas del trabajo nocturno.

Con pequeños ahorros lo­gró matricularse en la Universidad del Rosario, y después se ganó una beca por su excelente rendimiento académico. Cuando se hizo abogado, supo lo que significaba el esfuerzo del humilde campesino que venció su ignorancia para asegurar el futuro.

Como jefe de Valorización del alcal­de Fernando Mazuera Villegas, quien le daba un vuelco revolucionario a la capital, captó el ímpetu de la urbe desconcertante. Mazuera, convenci­do de las calidades de su funcionario estrella, se lo llevó a trabajar a su oficina privada. Años después, Pedro Gómez Barrero decide independizar­se, y abandona la cómoda posición de gerente que ocupa en la firma de su amigo.

Como lo confiesa a la revista Semana, no tenía ni capital ni proyec­tos sólidos, pero le sobraban deseos de triunfar. Cambia el barro de Cucu­nubá por las moles de cemento. Pero sigue siendo un hombre sencillo.

Cuando en 1974 anuncia el pro­pósito de construir el primer centro comercial del país, una ola de escepti­cismo se hace sentir alrededor de la idea. Pero él no desiste, y así nace Unicentro, obra no superada por nadie hasta el momento. Luego viene Multicentro, prodigio de vivienda multifamiliar. Y al cabo de los días surgen otros dos grandes centros comerciales en Cali y Medellín, lo mismo que dos hoteles en Bogotá, bodegas, oficinas y múltiples solucio­nes de vivienda.

«Ahora que tengo el éxito –dice al cumplir 25 años de labor productiva– lo que más valoro es no ser esclavo de ese éxito». Y es que Pedro Gómez no se ha dejado avasallar por el dinero ni la fama y ha cumplido el noble postulado de ser útil a la sociedad. Como director de Resurgir, embaja­dor en Venezuela, director de Com­partir e impulsor de diversas activida­des, ha demostrado su gran sensibilidad humana.

Hoy es el genial arquitecto de Bogotá, a lo Mazuera Villegas, de quien aprendió sus fór­mulas maestras. Dice que ha realiza­do cuanto se ha propuesto. Su vida es ejemplo de fe, superación y cons­tancia, de creatividad y liderazgo. Sería el alcalde ideal para la ciudad huérfana, que reclama por momentos un gran gerente.

El Espectador, Bogotá, 28-VII-1993.

* * *

Misiva:

Reciba la expresión de mi agradecimiento por su amable artículo que con el título de Triunfo de un hombre modesto publicó el diario El Espectador en su edición del 28 de julio. Me siento sumamente estimulado y honrado con la gentileza de sus conceptos y en este momento en que Pedro Gómez y Cía. S.A. celebra su vigésimo quinto aniversario, recibo su generosa manifestación de solidaridad con mucho orgullo y satisfacción. Pedro Gómez Borrero, Bogotá.

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