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Laura Victoria y su obra literaria

martes, 1 de noviembre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

(Contraportada del libro Crepúsculo)

Nace en el pintoresco municipio de Soatá, al norte de Boyacá, que su tío el canónigo Peñuela, historiador de alto renombre, hiciera célebre con el nombre de Labranza del Sol. Soatá es también conocida como la Ciudad del Dá­til. A los 14 anos escribe su primer poema. Es la suya una precoz vocación poética que la llevaría a las más altas cumbres de la fama continental.

El maestro Guillermo Valencia, uno de los primeros en descubrir esta revelación, le manifiesta: «Recibió usted el don divino de la poesía en su forma la más auténtica, la más envidiable y la más pura».

Bien pronto se coloca a la altura de las grandes líricas latinoamericanas –Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Delmira Agustini, Rosario Sansores– y con ellas comparte los aplausos de la ponderación. Adquie­re, además, dotes de declamadora y se lanza por los esce­narios de Colombia y de América como una diosa que despier­ta delirio con su voz romántica y su ademán artístico.

En 1933 publica su primer libro, Llamas azules. En 1938 sale en Méjico Cráter sellado. En 1960, luego de 22 años de silencio, Montaner y Simón, de España, le edita Cuando florece el llanto. Estos tres títulos, que desaparecen de la circulación tal vez por la larga resi­dencia que la poetisa cumple en Méjico dedicada al estudio de los temas bíblicos y a sus reflexiones místicas, son los que definen su valía literaria.

En 1937, en competencia con Eduardo Carranza y con otros renombrados poetas de la época, es la ganadora de los Juegos Florales que se realizan en Girardot.

Durante su estadía en Méjico, que hoy cumple 48 años, ejer­ce el periodismo en importantes diarios. Allí desempeña el cargo de canciller de nuestra embajada, y más tarde es nom­brada agregada cultural en Roma. Viajera pertinaz, conoce la mayor parte de los países del mundo y consolida amplia cultura. En Méjico publica el libro Viaje a Jerusalén (1965), como consecuencia de su visita a Tierra Santa.

En el mismo país escribe el texto Actualidad de las profecías bíblicas, hoy en vía de publicación por la Academia Boyacense de Historia, el que le ha merecido altos elogios de autoridades en el ramo. Allí también elabora su poesía romántica de la madurez, que bautiza con el nombre de Crepúsculo, en la que incluye su poesía mística, que hoy publica la Universidad Central. Y recoge sus memo­rias –en camino de edición por cuenta del municipio de Soatá– en el libro Itinerario del recuerdo.

Laura Victoria, tierna voz romántica con acento sensual, revolucionó en los años treinta la poesía colombiana. El amor en todas sus expresiones ha presidido su obra. Y como ni el amor ni la poesía nunca mueren, ahora Colombia vuelve sobre esta huella del ayer romántico que sin excusa válida se ha dejado olvidar, para avivar el sentimiento de las nuevas generaciones.

Bogotá, 1989.

 

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