El nuevo alcalde de Armenia
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Fabio Arias Vélez ha sido uno los grandes luchadores de Armenia. Asumió como propia la causa de la vigorosa ciudad, que hoy se perfila como una de las capitales con mayor impulso nacional. Armenia, que en menos de veinte años pasó de pueblo pequeño a urbe populosa, crece todos los días. Si uno deja de verla por dos o tres años, la hallará transformada.
Uno de los autores de su civismo es el nuevo Alcalde. Como presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, que lo ha sido durante largos años, ha liderado decididas y evidentes campañas por el embellecimiento y el aseo de la que el maestro Valencia, afortunado adivino del progreso, bautizó como la Ciudad Milagro. El cultivo de parques y jardines y el ornato de plazas y avenidas, que en Armenia es una insignia reconocida por los turistas sorprendidos, se ha convertido en preocupación constante de esta sociedad de damas y caballeros que entienden la parte estética como el primer requisito del civismo.
Arias Vélez, por otra parte, y entre muchas de sus facetas de líder regional, fue rector magnífico de la Universidad del Quindío. Bajo su dirección el centro docente logró estabilidad económica y solidez académica. En las finanzas se destacó como maestro de fórmulas mágicas, consolidadas gracias a la búsqueda infatigable de recursos y a su sentido de la previsión. Dejó muy bien financiada la Universidad, pero otra mano —la de la politiquería— le tumbó las reservas. Como eran abundantes las fuentes de ahorro establecidas —lo que pocas veces sucede en las universidades públicas—, la rectoría siguiente las aprovechó para alimentar una burocracia innecesaria.
Nunca se permitió a Arias Vélez llegar por nombramiento directo ni a la Alcaldía ni a la Gobernación. Siempre se le frenaba, por quien o por quienes no estaban interesados en un liderazgo que hería ciertas ambiciones, aunque la sociedad sabía que su nombre era bandera de progreso. Ahora, el querer popular tanto tiempo dilatado por culpa del gamonalismo que ha salido mal librado en la capital quindiana, significa una muestra inequívoca de liberación. Siendo elocuente el triunfo, cabe esperar que la urbe cafetera consiga superiores realizaciones.
El caso de Armenia se presta para compararlo con otros resultados electorales en el país. A las alcaldías llegan muchos ciudadanos ejemplares, batalladores de sus comarcas, a quienes se les había negado el acceso al primer cargo de la administración. Pero el pueblo los escoge ahora como personeros de las necesidades colectivas. Un alcalde, en tales condiciones, es el producto de la comunidad. Y Fabio Arias Vélez sabe que el compromiso con su pueblo es extraordinario.
El Espectador, Bogotá, 10-V-1988.