Homenaje a los caídos
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
Acore, la Asociación Colombiana de Oficiales de las Fuerzas Militares en Retiro, reunió a los reservistas del país, tanto en Bogotá como en las principales ciudades, alrededor del llamado Homenaje a los caídos. Fue un acto solemne y nostálgico para recordar la memoria de quienes han ofrendado sus vidas en defensa de la soberanía colombiana y en combates denodados para devolverle a Colombia el imperio de la tranquilidad, perturbada por las fuerzas sediciosas.
Al militar se le inculcan deberes que marcan su personalidad y se mantienen vigilantes incluso en la época del retiro, y acaso en ella con mayor intensidad al adquirirse el ejercicio de la opinión ciudadana. Vemos que figuras esclarecidas se comprometen, al salir de filas, en movimientos políticos y establecen su propio liderazgo desde tribunas ideológicas, o asesoran y fundan, respaldados por su experiencia militar, empresas de vigilancia industrial y asociaciones de civismo.
El militar lleva desarrollado el sentido de la patria y considera que proteger su soberanía contra las conmociones internas y las agresiones externas es mandato de su conciencia. Tal vez sea ésta la fibra más sensible de su personalidad.
Nuestras Fuerzas Militares, cada día más profesionales no sólo dentro de las tácticas de la lucha armada sino dentro de las disciplinas del saber, se destacan en el continente como sostenes de una democracia que, no obstante sus defectos y tambaleos, nos permite ser libres.
En esta hora de zozobra y de conflicto político, donde el país se consume a manos de una subversión endemoniada, subsidiada desde el exterior, Colombia resiste, sin embargo, los intentos aniquiladores por contar con la técnica, el coraje y el patriotismo de sus Fuerzas Militares. Si éstas no tuvieran la disciplina y lealtad con que cumplen su misión, la patria estaría desintegrada. Que eso es lo que buscan los creadores de catástrofes.
La ciudadanía tiene confianza en los altos mandos castrenses. Encuentra una garantía en el nuevo ministro de Defensa, general Rafael Samudio Molina, en quien ve un abanderado de la paz y un agente del orden.
En el general Manuel Guerrero Paz, comandante de las Fuerzas Militares, se combinan las condiciones del caballero y el luchador, del hombre probo y pensante, y sobresalen sus calidades para mantener cohesionado el espíritu patriótico que debe avivar desde su alta investidura. Si revisáramos la hoja de vida de los otros mandos, hallaríamos similares atributos de rectitud militar y valentía personal.
En este enfrentamiento de las hordas revoltosas contra las fuerzas del orden, que tantas bajas produce a lo largo y ancho de esta patria mutilada y perpleja, son los militares quienes más pagan, con su sangre, el costo de la insensatez. Humildes policías y soldados que resultan carne fácil de cañón ponen cruces diarias y acrecientan dramas pavorosos en esta guerra sin fin ni justificación.
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Son los caídos en combate seres sacrificados al impulso de los peores instintos animales. Detrás de cada soldado, de cada policía, de cada suboficial o de cada oficial que entrega su vida por defendernos del enemigo común, es la patria, la patria de todos —incluso de los facinerosos—, la que gime y se desangra en el calvario horrendo donde se pisotea la dignidad humana para precipitarnos en el caos.
El Homenaje a los caídos, suceso fugaz que en días pasados se realizó en varias ciudades colombianas, queda como constancia angustiada de quienes, llorando por los muertos y en solidaridad con las viudas y los huérfanos, claman por que no se derrame más sangre. Del fondo del acto sale un grito desgarrado para que cese la violencia y se reconquiste el sagrado derecho a la vida.
El Espectador, Bogotá, 18-IX-1986.
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Cartas militares:
Su artículo Homenaje a los caídos se constituye en un modelo de probidad y entereza para el periodismo colombiano, porque exalta en su verdadera dimensión y elocuente significado el sacrificio de los miembros de las Fuerzas Armadas de la República que han entregado sus vidas en aras de la libertad, el orden y la paz.
Como ministro de Defensa Nacional agradezco sus gentiles referencias a oficiales integrantes del Alto Mando Militar, pero fundamentalmente sus conceptos en relación al profesionalismo, disciplina, cohesión y lealtad de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional como garantes de la legitimidad y centinelas insomnes de la soberanía. Puede usted reafirmar a sus lectores y a la opinión en general la decisión entusiasta e inquebrantable de quienes portamos los uniformes e insignias de la patria para responder hasta siempre por su dignidad, su integridad y su bienestar. General Rafael Samudio Molina, ministro de Defensa«.
En nombre de las Fuerzas Militares que tengo el honor de comandar y en el mío propio le agradezco los conceptos y elogios que consigna en su habitual columna de El Espectador, bajo el título Homenaje a los caldos. Sus expresiones sobre la institución castrense son un estímulo para quienes llevamos en nuestras manos las armas que la República entrega para garantizar la vida, la honra y los bienes de los colombianos. Mayor general Manuel Jaime Guerrero Paz, comandante general de las Fuerzas Militares.