El Espectador y Boyacá
Salpicón
Por: Gustavo Páez Escobar
No me fue posible atender la gentil invitación que me formuló Carlos Eduardo Vargas Rubiano al acto donde se concedió en la ciudad de Tunja, el pasado 23 de mayo, la Orden de la Libertad al periódico El Espectador.
Justo reconocimiento del pueblo boyacense, representado por el gobierno seccional, a la trayectoria del gran diario que desde lejanas épocas se halla vinculado, cada vez con mayor difusión, a la vida del departamento.
Recibieron la distinción Luis Gabriel Cano y José Salgar, presidente de la junta directiva y codirector del rotativo, las mismas personas que, como lo recuerda Vargas Rubiano en crónica aparecida en la edición centenaria, fueron quienes se interesaron, hace 40 años, por destacar en el diario los sucesos regionales. Esa comunión permanente con una tierra fecunda en hechos históricos, en paisajes e intelectuales, muchos de ellos periodistas brillantes en las mismas páginas de El Espectador, ha permitido que crezca allí la admiración por los Canos. Lo cual, como es obvio, se manifiesta en mayor divulgación del periódico por los pueblos de la comarca.
La familia Cano ha mantenido deferente actitud hacia Boyacá. Luis Gabriel y Guillermo Cano, enamorados del paisaje y la hospitalidad de una de las parcelas más bellas de Colombia, alternaron con José Salgar y Carlos Eduardo Vargas Rubiano sus visitas a la tierra pródiga.
Eran los tiempos en que se vendían 20 ejemplares de El Espectador en la ciudad de Tunja, y un número inferior en Duitama y Sogamoso. De entonces a hoy, como lo saben muy bien los boyacenses, las ventas —o el mercadeo, para decirlo en término de moda— se han remontado a las alturas. Sería interesante, a propósito, saber cuál es hoy el número de ejemplares que todos los días le dan la vuelta al territorio boyacense.
Por las páginas del diario han pasado periodistas boyacenses de renombre nacional, como Armando Solano, Luis Elías Rodríguez, Carlos Eduardo Vargas Rubiano, José Vicente Combariza —José Mar—, Eduardo Caballero Calderón, Héctor Muñoz, Próspero Morales Pradilla, Jorge Ferro Mancera. A esta lista agrega Carlosé mi modesto nombre: tal vez mi única virtud sea la perseverancia por 16 años emborronando cuartillas, y por eso no me sustraigo de esta carrera de identidad con la comarca nativa.
Hay otras personas que le dan honor a Boyacá en esta disciplina del espíritu. Puede decirse que todo escritor colombiano tuvo alguna vez acceso al periódico de los Cano. Bien en el diario o en el Magazín Dominical. Bajo dicha consideración, la lista puede ampliarse con estos nombres que me saltan a la memoria: Eduardo Torres Quintero, Laura Victoria, Fernando Soto Aparicio, Vicente Landínez Castro, Gabriel Camargo Pérez…
Es preciso aplaudir la medida de la Gobernación de Boyacá al conceder la Orden de la Libertad al diario centenario, ejemplo de la prensa independiente del continente. Este acto destaca los servicios que el rotativo le ha prestado a la región boyacense y exalta la memoria de Guillermo Cano, asesinado por su ética periodística y sus denodadas batallas contra la corrupción. Boyacá corresponde así a quienes bien le sirven.
El Espectador, Bogotá, 1-VI-1987.