Monografía de Quimbaya
Por: Gustavo Páez Escobar
Hugo Galvis Valenzuela, empleado público que hace esporádicas apariciones en el periodismo regional, acaba de publicar una monografía de su pueblo natal, el unicipio de Quimbaya que ahora estrena reluciente carretera a Montenegro, lograda luego de ingentes esfuerzos y sobre todo de las sofocantes promesas de los políticos.
La carretera ha quedado concluida como la coronación de un viejo anhelo de la provincia que reseña Hugo Galvis Valenzuela en las 270 páginas de su libro. Si la vía asfaltada, que tuvo que romper montaña y afirmarse sobre difícil terreno, se proclama hoy como una conquista regional, el libro, que demandó años de investigación y muchas vigilias mentales del escritor, hace su entrada triunfal, sobre la senda del progreso, al bello municipio cafetero que gana al mismo tiempo en adelanto material y en importancia cultural.
Arranca el estudio desde la aparición de la tribu, en 1539, pasa por la fundación de la aldea, en 1911, y termina en el surgimiento de la ciudad actual, en 1960. Hay un detenido repaso de la colonización, donde aparece la raza primitiva y laboriosa que hace brotar la aldea promisoria, luchadora y progresista. Fue en esta región donde los indios quimbayas establecieron sus reales.
Se dice de ellos que eran trabajadores y artistas. Su patrimonio se preserva en valiosas piezas de orfebrería que para fortuna de las nuevas generaciones han conseguido rescatarse como una de las referencias más importantes de dicha cultura
Galvis Valenzuela escarbó libros y archivos, ordenó datos, sacó conclusiones, hasta lograr este libro que entrega a sus paisanos como su mejor ofrenda y su mejor testimonio histórico. Consultó las fuentes de la historia en boca de los fundadores del pueblo, tomó estadísticas, analizó cifras y rescató personajes. El pulso de la historia está en los hechos que el tiempo desmenuza y terminan sepultados en el olvido Estos trozos huidizos y muchas veces ignotos son los que dan perfiles a las regiones.
Galvis Valenzuela tocó en muchas puertas en demanda del auxilio oficial que debería estar presto para premiar el esfuerzo que significa escribir un libro. No tuvo suerte, porque no se le oyó con atención, y de todas maneras porque la cultura es huérfana, y acometió con sus propios recursos la empresa quijotesca de editar su obra.
Reto ingratos de la inteligencia, pero aquí lo vemos cabalgando como chalán convencido de que a la cultura hay que aguijonearla para que produzca frutos. Y satisfacciones, que se hicieron evidentes la noche en que el pueblo le reconoció el mérito en la Casa de la Cultura.
Quimbaya, floreciente municipio quindiano rodeado de cafetales e impulsado con el tesón de sus antepasados, ahora con carretera pavimentada y aires modernistas, y que tiene en Bernardo Pareja la inspiración poética, cuenta también con su historiador. El pueblo puede sentirse ufano entre la cultura del asfalto y la cultura de las letras.
La Patria, Manizales, 21-VI-1982.