Una buena gobernación
Por: Gustavo Páez Escobar
Silvio Ceballos Restrepo ha hecho una buena gestión administrativa. La gente esperaba menos, sabiéndolo político profesional. Valga la verdad anotarlo, ahora que concluye su período y cuando su obra queda a consideración de la opinión pública. Nueve meses es plazo demasiado estrecho para adelantar obras, pero puede ser muy largo para resistir un mal gobierno.
Su desempeño, serio, reflexivo. No se dejó llevar por el arrebato ni tentar por la vanidad. Conquistó, sin duda, el buen juicio ciudadano. Se le vio presente y entusiasta en todos los sucesos regionales y se advirtió su deseo de acertar. Es difícil lograr mayores resultados en tiempo tan breve, y sin embargo, quedan perfiladas algunas iniciativas importantes.
Quizás por ser experto en política, no se dejó enredar en ella. Se le atacó con dureza desde algunos frentes y él se mantuvo sereno en las horas de prueba. Flotar sobre un ambiente de pequeñas hostilidades, que a veces se tornan desastrosas para el buen éxito de cualquier gestión, es ya de por sí una proeza en este departamento tan dado a la politiquería. Cuando el gobernante cuente con campo de acción y no tenga que plegarse a las presiones que lo acosan, conseguirá mejores resultados. No es posible que un gobernador o un alcalde se conviertan en simples dispensadores de servicios particulares, cuando la comunidad reclama obras de verdadero empuje.
Silvio Ceballos Restrepo, contra tantas limitaciones y tanto forcejeo de sus tradicionales o eventuales contendores políticos, pudo concluir un buen balance. Lástima que el tiempo haya sido tan reducido. Puede decirse que resultó sorpresiva su actuación. Muchos calculaban que no llegaría a ser siquiera un funcionario de oficina, y lo cierto es que se le vio consagrado a los asuntos de su cargo. Se enteró de las mayores dificultades de los municipios quindianos y trató de remediarlas con medidas concretas.
La cultura, sobre todo, obtuvo su mayor interés. En este campo sobresalió como intérprete cabal de lo que significa el desarrollo cultural para el progreso de los pueblos. El gobernante debería comenzar por estimular las expresiones vernáculas, si quiere llegar al alma del pueblo.
El dinero que se invierta cu bibliotecas, en publicación de obras literarias, en el fomento de las artes en general, jamás será perdido. Cuando en este caso se otorga un auxilio importante para que tome vida el Conservatorio de Música, y se gira otra partida de significación para la Casa de la Cultura de Calarcá, y se estimula a los escritores y a los artistas, es que existe preocupación por el progreso intelectual de la región. Este sólo aspecto significa un acierto.
La Patria, Manizales, 14-III-1981.