El documento de los exalcaldes
Por: Gustavo Páez Escobar
En el foro de ex alcaldes convocado en esta ciudad por el diario El Tiempo se debatieron los más candentes problemas que agitan la vida de la ciudad de Armenia, y ahora, como corolario de aquel encuentro, varios distinguidos ex mandatarios municipales se dirigen al señor Presidente de la República denunciando algunos de los vicios crónicos que frenan nuestro desarrollo.
En lo que es, al mismo tiempo que una denuncia, un clamor, se pide la intervención presidencial para redimir a las Empresas Públicas de la politización en que ha caído y que significa el principal escollo para salvarlas de su inoperancia y rescatarlas de su actual iliquidez. Es un documento serio, de indudable intención moralizadora. Salta un primer interrogante: ¿por qué los firmantes no lo hicieron cuando ocuparon la Alcaldía y lo propiciaron cuando varios de ellos fueron gobernadores del departamento?
Es un examen retrospectivo sobre sus propias experiencias, que debe mirarse con la seriedad que tiene. Si en su momento estos dirigentes, que sufrieron en carne propia la garra de la politiquería, fueron acaso incapaces de modificar un caótico estado de degeneración administrativa, ello no le quita hoy vigor a su denuncia pública para que bajo otros enfoques se procure llegar a la solución que la sociedad reclama para superar la actual encrucijada.
Lo que el momento exige es una total reestructuración de las Empresas Públicas, las que según el documento están «abocadas a una delicada crisis técnica, administrativa y financiera». Esto lo conoce muy bien la ciudadanía, testigo impotente para remediar tan precaria situación. Si las Empresas se han convertido en un nido de la politiquería y es preciso buscarles otros cauces, ¿por qué no desarrollar la fórmula redentora?
Tenemos el anuncio del actual gobernador, doctor Niño Díaz, de ejercer su mandato al margen de las influencias políticas, como en parte lo ha hecho; y también la voluntad del bien intencionado burgomaestre, doctor Agudelo Zuluaga, de trabajar por los intereses de la ciudad, con destierro de los hábitos clientelistas. Podríamos, entonces, suponer que el ambiente no puede ser más favorable. ¿Qué se espera?
Hay que tecnificar la entidad hasta convertirla en instrumento útil para las necesidades colectivas. Hoy el deterioro de los servicios públicos postra a la ciudad en uno de sus más lamentables estados de ineficiencia. El agua, la luz, el alcantarillado, los teléfonos, el aseo, el matadero son verdaderos lastres para la ciudad en progreso.
La burocracia que se acomoda en las casillas presupuestales absorbe la capacidad que se requiere para impulsar los servicios públicos. Con un déficit crónico no se pueden emprender obras. La voz de los ex alcaldes, varios de ellos ex gobernadores, merece un juicioso análisis.
La Patria, Manizales, 16-V-1981.