Marihuana en huevos
Por: Gustavo Páez Escobar
Un habilidoso y en apariencia inofensivo ciudadano trató de pasar a la cárcel ocho huevos que contenían marihuana. Es un presente que por simple que parezca despierta malicia en la puerta del establecimiento carcelario. No es común que un preso sea obsequiado con una remesa del vitamínico alimento, entre otras cosas porque de nada le serviría, si debe compartirlo con sus compañeros de reclusión.
El visitante se las ingenió de todas maneras para cambiar la clara y la yema por el contenido alucinante. Se ignora cómo hizo para acomodar la yerba en forma tan meticulosa y luego sellar a la perfección la frágil envoltura. Esto indica que el delito se vale de muchas tretas para cumplir sus propósitos.
En las calles de las ciudades es una mercancía que se adquiere en cualquier sitio que se sepa buscar. Hay también niveles de fumadores. Unos son abiertos y desenfadados, sin miedo a la ley. Son ellos los veteranos que ya no se detienen y retan el poder de la justicia, porque perdieron el temor a la sociedad o se dejaron embrutecer. Otros lo hacen con prudencia y aun con inhibiciones. Puede que más tarde sean fumadores empedernidos, pero por el momento conservan el prurito social que les impide descubrirse ante parientes y amigos.
En las cárceles, el «taquito» que alguien buscó meter escondido entre cáscaras de huevo, es un regalo del cielo. Por lo general, el mismo guardián a quien tienen allí para frenar los intentos absurdos, resulta aliado indispensable del vicio. Está en sus manos ejercer muchos oficios, y como el sueldo es escaso y las obligaciones, apremiantes, no tiene reparo en servir de enlace de quienes transitan en los anchos caminos del delito.
Esta vez, sin embargo, algo falló. La mercancía que portaba la dudosa felicidad quedó detenida en la puerta. Por primera vez nos hallamos con la marihuana disfrazada de huevo. Casi que estoy a punto de felicitar al autor de la maniobra por ser tan ingenioso, pero no quiero exponerme a sospechas.
Cuando la marihuana sea legalizada, a lo que se llegará tarde o temprano, no se llevarán a la cárcel huevos ficticios. Tampoco reales, porque no tienen sentido. Al desaparecer el motivo de la tentación, disminuirán los consumidores de la yerba. O nos volvemos todos marihuaneros, o nos seguimos alimentando con huevo limpio.
La Patria, Manizales, 20-XII-1980.