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Las mentiras convencionales

sábado, 15 de octubre de 2011

Por: Gustavo Páez Escobar

El doctor Alberto Dangond Uribe hizo énfasis en su brillante conferencia en la ciudad de Armenia, invitado por el Club Rotario, sobre la ineficacia de los partidos políticos en Colombia. Quizás no dijo nada nuevo, pero por ser una voz respetable y versada en los fenómenos colombianos, su aseveración adquiere mayor resonan­cia.

Se refirió a la contradicción o por lo menos a la gran diferencia que existe entre la letra de muchas nor­mas, comenzando por la misma Constitución, y la realizad. Hay leyes que no se aplican por obsoletas, y otras porque carecen de ejecutores o de ambiente para hacerlas cumplir. El país necesita una revisión a fondo de to­das sus legislaciones, pero sobre todo requiere de ma­yor audacia para interpretar el cambio de las costumbres. Legislar estraducir el alma de una época para imponer los ordenamientos jurídicos. Pero en Colombia se procede al revés.

Primero se escriben las disposiciones y después se escruta el ambiente. Primero se hacen los códigos y después se estudia el panorama social.

Dijo el doctor Dangond Uribe que los partidos políticos, que debieran ser los canalizadores genuinos de las angustias populares, se volvieron entes burocráticos a los que más interesa el reparto de la nómina que la suer­te de la comunidad.

Han perdido su función de voceros del pueblo y cada vez se esterilizan más, porque no cuentan ni con el propósito ni con la estructura necesaria para acometer el gran viraje que reclama la nación. Vivimos, entre tanto, con la mentira institucionalizada en todos los estamentos. Invocamos leyes que no sirven para nada, y dejamos de cumplir otras.

El país pide a gritos otras rutas. Los políticos, insensibles a ese clamor, huyen de la realidad. No hay conciencia para implantar medidas revolucionarias en el buen sentido del término. Las mentiras convencionales, esas que todos nos decimos en nombre de la caduca democracia, hacen parte de los códigos y las infinitas reglamentaciones regadas por los despachos oficiales.

Para llegar al gran cambio, ese que tendrá que propiciar y plasmar una mentalidad nueva, es preciso buscar primero la regeneración de los partidos. Los partidos son el buey cansado de que habló el doctor Lleras Restrepo. Debe desmontarse el andamiaje sobre el que están montados, para que sean operantes. Hay que inyectarles sangre nueva.

Los partidos deben remozarse. Carecen de calorías para despertar interés en las masas. La gente ya no se afilia a ellos por no creer en sus beneficios. Hay que remover toda una generación para que nazcan otras concepciones. Cuando se piense más en la patria que en los puestos públicos, más en el hambre del pueblo que en los viajes turísticos, más en la moral que en las mafias, tendremos una Colombia mejor.

Las mentiras convencionales no nos permiten, como lo proclama el doctor Dangond Uribe, hallar las soluciones que piden estos tiempos convulsos. A los partidos se les olvidó su misión de líderes del pueblo.

La Patria, Manizales, 21-XI-1980.

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Mensaje:

Muy agradecido por su amable e interesante artículo sobre mi conferencia. Alberto Dangond Uribe, Bogotá.

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