Diciembre, de los comerciantes
Por: Gustavo Páez Escobar
El comercio, gremio sufrido, espera diciembre para mejorar las ventas. Ha estado sometido todo el año a una economía de sobresaltos. Cuando se esperaba la abundante cosecha cafetera, el mal tiempo castigó los cafetales. Para una ciudad como Armenia que vive en función del café, con ausencia de la industria pesada que empuje un desarrollo más positivo, las cosechas son el termómetro económico.
Si hay café, hay ventas en los almacenes. De lo contrario, apenas se logrará flotar, si es que el descalabro de los negocios no determina la quiebra. Son muchos, en efecto, los trastornos que ha tenido el comercio este año. Quedan muchas cruces civiles de negocios que agobiados por la falta de compradores, la restricción bancaria y el estancamiento de la ciudad que permanece esclava de la suerte cafetera, tuvieron que cerrar sus puertas. ¿Cuándo llegará la solución de la ciudad industrial?
El comercio espera la llegada de diciembre para desquitarse de lo que no se hizo, o se hizo mal, en el resto del año. Con oportunidades eventuales como la fiesta de la madre, el día de los novios o el día de la secretaria, no se puede subsistir comercialmente. La vida de los negocios demanda mayor empuje. Es aquí donde hay que pensar en la industria. No es posible echarle toda la culpa al café. Si el grano mueve la economía del país, deja, en cambio, de activar las finanzas locales. En otros lugares hay mayor afán por montar al lado de los cafetales, como sucede en Pereira, fábricas motoras del progreso.
Y llegó diciembre… Los comerciantes incrementarán sus ventas. Será su época jugosa. Saldrán al mercado las primas de navidad, que quedarán en poder de los almacenes. Los empleados, con este salario diferido, son los que arreglarán las ventas. Pero como nuestro comercio no es ni el más recursivo ni el más seductor, muchas personas se irán a las ciudades vecinas, y sobre todo a Pereira, a invertir el ahorro anual.
No sé cuál sea la estrategia de este año para atraer el interés de los armenios en su propio comercio. La propaganda de todos los años no servirá. No es suficiente pregonar que los habitantes deben invertir en su tierra. Habrá que poner precios llamativos, exhibir mercancía novedosa, fijar horarios amplios y, en una palabra, responder al reto del comercio circunvecino.
Es la época de conquistar la prima de los empleados. También los cafeteros sacarán sus ahorros, por más que ellos dicen que viven en la ruina. El sistema UPAC revela otra cosa. Los comerciantes arreglarán algo las cifras de un año difícil. Ojalá que se vea la audacia para no dejar salir los dineros que pertenecen al Quindío. ¿Los comerciantes están preparados para demostrar mejores habilidades que los años anteriores?
La Patria, Manizales, 25-XI-1980.