La conferencia de Marín Bernal
Por: Gustavo Páez Escobar
El Club Rotario de la ciudad, a cuya cabeza se encentra Jairo Nieto Arias, y que está secundado por Josué López Jaramillo en la vicepresidencia y Ariel Tobón Montoya en la secretaría, es una institución dinámica y pensante que se viene anotando rotundos éxitos al traer a su escenario a personajes calificados del acontecer nacional. Cuenta el Club con otro puesto importante, el de canciller, ocupado por Jorge Arango Velásquez. Es él pregonero de sucesos e inventor de ocurrencias, que lleva distracción a las asambleas y les imprime, con gracia y buena chispa, un tinte especial que disminuye la rigidez tan propia de estos organismos.
Dentro de este ambiente tuvimos oportunidad de escuchar en días pasados los planteamientos del doctor Rodrigo Marín Bernal, hasta hace poco ministro de Trabajo y ahora precandidato conservador a la Presidencia de la República, sobre el debatido Plan de Integración Nacional.
Las palabras del conferenciante, tanto por su autoridad como por ser uno de los autores de esta estrategia, merecen ser oídas con atención.
Saliéndose del marco puramente económico, Marín Bernal trató temas del mayor interés en el campo social, que domina como estudioso preocupado del actual proceso colombiano. Su reciente experiencia en el Ministerio de Trabajo, el que dicho manejó con equilibrio y eficiencia, le permite hablar con propiedad y buenos alcances sobre tópicos sobresalientes del engranaje social.
En el campo de la seguridad social se refiere al agudo déficit que pesa sobre las entidades dispensadoras de los servicios y que representa hoy la alarmante cifra de $50 mil millones. El Seguro Social, desnivelado desde hace muchos años en sus reservas, acrecienta su desequilibrio financiero por ser el Gobierno Nacional el principal deudor del sistema.
Cuando fallan los presupuestos para la protección de la salud y, en el caso del Seguro Social, para cubrir riesgos prioritarios como los de invalidez, vejez y muerte, cuyos fondos registran un déficit de $26 mil millones, se resiente la estructura social del Estado.
En opinión del doctor Marín Bernal, habrá que crear otro impuesto para que el país logre cumplir sus programas para con la comunidad. Medida impopular, desde luego, que no se abriría campo cuando es el Gobierno el contribuyente más incumplido.
El tema de los empleados marginales (servicio doméstico, vendedores de loterías, comerciantes callejeros, choferes particulares, lustrabotas, voceadores de periódicos, entre otros) es preocupante. Esta población representa el 46% de la fuerza laboral activa del país y se halla desprotegida de las garantías de que gozan los trabajadores organizados.
El régimen de prestaciones sociales, que se sale ya de las casillas del Código Laboral para pasar a la negociación particular con las empresas, representa una dispersión del salario real. El país busca fórmulas para llegar al salario integral, el que incrementaría los ingresos mensuales mediante la supresión de una parte de las primas semestrales, de antigüedad, nacimientos y vacaciones, y una serie de partidas adicionales que distraen el verdadero salario. Para esto se necesitaría un gran acuerdo nacional.
La cesantía no cumple su finalidad de proteger a la persona cesante. Se abusa de las liquidaciones parciales, concebidas para adquirir vivienda o mejorarla, y que se destinan en muchos casos a gastos de consumo. El desempleo y el subempleo son frenos para la acción social de los Gobiernos.
Colombia no rinde en lo económico, porque está acostumbrada a la ociosidad. No hay espíritu de producción. Es el país con más fiestas. El acuerdo buscado para suprimir unas fiestas y trasladar otras a los sábados, con incremento inclusive de los días de vacaciones, ha fracasado porque las centrales obreras piden el traslado a los días lunes. Aquí sobra cualquier comentario.
Las inquietudes del doctor Marín Bernal despiertan interés. Defiende la filosofía del Plan de Integración Nacional y lo considera necesaria para el desarrollo del país. Otros, sin embargo, no opinan lo mismo. Uno de los asistentes preguntó si el Plan no correría la suerte de los anteriores y recordó que cada Gobierno dejaba montada una estrategia que se desvanecía en el Gobierno siguiente. El debate de las ideas es, de todas maneras, provechoso.
La Patria, Manizales, 29-X-1980.