Cuentistas boyacenses
Por: Gustavo Páez Escobar
Gilberto Abril Rojas es una inteligencia que se preocupa por el progreso cultural de Boyacá. Poeta, cuentista e investigador literario, vive en función de mover el interés de las gentes hacia el conocimiento de los valores intelectuales y artísticos del departamento. No se conforma con que Boyacá continúe viviendo solo de sus recuerdos, sino que aspira a que escritores y artistas salgan a la luz pública y formen un grupo común que vele por el engrandecimiento de la región que no en vano registra larga y prominente trayectoria de tierra culta.
Cuando en diciembre de 1974 me llamó a participarme el proyecto de fundar en compañía de varios amigos la Asociación de Escritores y Artistas de Boyacá, encontré, desde luego, encomiable el propósito, aunque no descartaba el esfuerzo titánico que tal idea implicaba. Como primer paso, se proponía lanzar un libro que recogiera una muestra de los cuentos más representativos de escritores contemporáneos de Boyacá. Tuvo la gentileza de acordarse de mi nombre, y como para colaborar con las causas nobles nunca me hago rogar, de inmediato contesté a lista.
Valga anotar que me desentendí del proyecto y apenas vagamente recordaba, a lo largo del año y medio transcurrido, que el amigo distante, empeñado en enarbolar en predios boyacenses la idea quijotesca de financiar la edición, me había intrigado con el anuncio de verme rodeado por paisanos ilustres en el libro que saldría, cuando más, dos meses más tarde.
Como la cultura es lenta y los mecenas ya no se encuentran, la idea solo vino a plasmarse 18 meses después. Gilberto Abril Rojas demuestra, en buen lenguaje boyacense, que «la paciencia logra lo que la dicha no alcanza”. Ha sido, en efecto, un calvario de 18 meses el que se impuso esta intrépida voluntad para que el libro viera, al fin, la luz del día en este siglo XX, y no en el venidero, que se anuncia, si la humanidad da para tanto, de regreso a la edad de las cavernas.
Y es que el hombre, que todo lo ha inventado, que todo lo ha descubierto, tiene entre sus propósitos el de abolir la escritura, la primera de todas las invenciones. Se dice que en el futuro el hombre ya no leerá, porque le bastará con oprimir botones para captar el mundo a través de caracteres misteriosos. No tendrá tiempo de detenerse en las páginas del libro y menos de garrapatear un cuento ni de pulir un verso, porque la era supersónica, que todos los días nos aplasta más y más, dará al traste con escritores y artistas.
¡Sálvese quien pueda! En esta forma quedamos asegurados, para antes de que desaparezcan los lectores, varios boyacenses. En buena hora Gilberto Abril Rojas ha reunido la muestra de 19 cuentistas. Parece que alguna tecla oficial al fin le funcionó. El Instituto de Cultura y Bellas Artes de Boyacá se hizo cargo de la impresión del libro y nos puso a los afortunados navegantes a estrenar encuadernación.
No se es boyacense impunemente. Tenemos en Abril Rojas a un adalid de las letras, no dispuesto a esperar la abolición del libro, congregando a autores dispersos y por añadidura «contemporáneos», fórmula de rejuvenecimiento que muchos envidian. La fibra boyacense se hincha con esta clase de muestreos.
Figuras consagradas por la crítica ponen su contribución a este esfuerzo que acaudilla, y que ojalá no se deje desfallecer, el joven investigador de la cultura boyacense. Nombres como los de Fernando Soto Aparicio, Eduardo Mendoza Varela, Próspero Morales Pradilla, Vicente Landínez Castro, Fanny Osorio, Plinio Apuleyo Mendoza y muchos más, presentes y ausentes de la recopilación, afirman la vigencia cultural de este pueblo grande.
El Espectador, Magazín Dominical, Bogotá, 15-VIII-1976.
La Patria, Manizales, 28-VIII-1976.