Acopi en crisis
Por: Gustavo Páez Escobar
Es inocultable que Acopi está en dificultades. Las relaciones entre sus dirigentes se agrietan hasta el punto de hallarse acéfala la dirección por falta de apoyo de importantes lideres de esa actividad. Venía notándose que no se trabajaba con la necesaria identidad de propósitos. Ha sido un lento proceso de choques y desavenencias entre sus propios miembros, que desembocó en el enfrentamiento de tres seccionales —Bogotá,. Barranquilla y Cesar— contra el presidente nacional, cuya renuncia se pide como fórmula para superar la crisis.
Se le acusa de falta de acierto para sostener los postulados que animan la existencia de este órgano y que, según los atacantes, deben vigorizarse no solo para lograr la consolidación de los cuadros directivos, sino para obtener mayores avances del gremio.
Sea lo que fuere, lo importante es solucionar el rompimiento que es ya evidente e imponer remedios adecuados para estructurar, lo mismo en la directiva central que en las seccionales, la imagen de la organización que se fundó con sanos objetivos.
Creada en 1951 (o sea, que está próxima a cumplir sus bodas de plata), bajo los auspicios del Banco Popular, hay que reconocer su contribución al desarrollo industrial, como abanderada de las aspiraciones e intereses de los miles de afiliados de todo el país. Es una entidad de espíritu nacional, inspirada en propósito de conseguir fuentes de trabajo para el bienestar colectivo. Todo cuanto tienda a elevar el nivel de vida del pueblo merece destacarse.
El Banco Popular, líder de la transformación industrial, favoreció la creación de Acopi y ha trabajado con ella en el desarrollo de políticas dirigidas a estimular este potencial de hombres de trabajo que ha crecido gracias a tales miras. Se fundó más tarde la Corporación Financiera Popular, filial del Banco, como organismo especializado en políticas para la pequeña y la mediana industria, y que ha cumplido ponderables realizaciones en el fomento del crédito a esta actividad, con tangibles beneficios.
Es preciso que Acopi revise su situación para determinar si en realidad continúa siendo la entidad que aglutina, con la suficiente solvencia gremial, los intereses que le están confiados. La vida de las instituciones debe someterse a balances periódicos para probar su estructura y saber si cumplen su cometido
Acopi, un órgano de enlace, necesita superar sus dificultades actuales e inspirar en sus afiliados la necesaria confianza para reconquistar su condición de líder. Las instituciones requieren revitalizarse, motivando, de ser preciso, crisis creadoras para asegurar su subsistencia. Lo grave, lo realmente lamentable, son las pugnas improductivas y personalistas, que solo conducen a la anarquía. Oportuno es, por lo tanto, que se estudie en serio la crisis de Acopi para rectificar posibles errores que estén entrabando su desarrollo.
El Espectador, Bogotá, 6-I-1976.