La casa del gamín
Por: Gustavo Páez Escobar
Andrés Pastrana, acaso sin proponérselo, ha demostrado sorprendentes condiciones para convertirse en el líder que debe salir de su condición de hijo de presidente. Si tenemos ahora tres delfines disputándose la presidencia de la república, atrás viene otra generación que comienza a empujar.
El nuevo delfín nos ha dado un anticipo sobre lo que puede ser su situación en el mañana, al movilizar desde ya grandes masas que han respondido a su llamado para fomentar obras sociales. Ni corto ni perezoso, le «vendió» al pueblo bogotano fáciles boletos para recorrer la ciudad a pie limpio, sin exponerse al mortal tráfago cotidiano y respirando una atmósfera más pura. No sabemos de dónde sacó la idea de hacer plata en esa forma, y bien clara queda su destreza para esculcarles el bolsillo a las empresas y a las gentes y formar, de peso en peso, una pirámide de sensibilidad social.
Las caminatas comienzan a practicarse en otras ciudades. Se ha irradiado la fórmula y en poco tiempo pondrá el joven Pastrana a caminar a todo el pueblo, recordándole que entre paso y paso se logra más que con bruscas sacudidas. Es posible que en un futuro no remoto, ya que a estos inquietos adolescentes pronto les crece la barba, lo tengamos dosificándonos las cargas tributarias con pildoritas no completamente insípidas.
Armenia, que es pronta para sumarse a las actitudes constructivas, amaneció con ánimo trotador en una esplendente mañana dominguera. Recorrer diez kilómetros entre el jolgorio de un desfile democrático y retozón, pleno de colorido y simpatía, a peso el kilómetro, resulta programa atractivo e indicado para expandir los pulmones, vigorizar el corazón, desalojar toxinas, lubricar órganos oxidados y botar el mal genio. Entre murgas, disfraces, pancartas y grata extroversión, vimos desfilar una masa compacta de chicos y grandes, de mujeres hermosas y hombres feos, confundida en el propósito de ponerle bases al hogar del gamín.
Las autoridades le dieron realce al evento, con el entusiasta gobernador y su esposa a la cabeza. Entidades aglutinadas, familias enteras, gentes dispersas, engrosaron este movimiento humano. Sacerdotes, militares, monjas, colegios, pueblo, mucho pueblo, se confundieron en un abrazo de solidaridad para con el gamín. El caudillo Ancízar López, con su capacidad para estar presente en todo acontecimiento, pasó dirigiendo una resuelta comparsa, distante esta vez de los ruidos electorales, mientras en otros lugares de la caravana hacían lo propio varias figuras de la política.
Se habla desde ahora de la ciudadela del gamín y el gobernador ofrece construir las dos primeras casas. Preclaras damas adelantan, al lado de la Orden Franciscana, esta cruzada de rehabilitación. Lástima que Armenia, ejemplo para el país en tantos órdenes, haya dejado proliferar la vagancia y la indigencia hasta extremos vergonzosos.
Pero como las grandes necesidades imponen grandes soluciones, ahí tenemos a la ciudadanía de pie y respondiendo al llamado para aplicar una cura eficaz. Vamos a limpiar las calles de esos pequeños pordioseros, vagabundos por necesidad y hasta por costumbre, y al proporcionarles una vida decorosa los integraremos a la sociedad de que hacen parte, en lugar de permitirles que siga creciendo su rebeldía antisocial.
Terminó la caminata con una invasión de maizena, para disgusto de muchos y diversión de otros. Tuvo cierto toque carnavalesco, ajeno a los organizadores. Algunas monjitas, todas vestidas de negro, corrieron en desbandada, pero eufóricas. Muchas caras pálidas, mucho atuendo deslucido, muchos ojos llorosos. El gobernador, buen blanco para esta puntería, parecía la paloma de la paz. Magnífico símbolo en este momento de luchas ideológicas.
El suceso tuvo bautizo blanco, y los demás colores fueron opacados. La gente respondió, el producido fue abundante y ha quedado colocada la primera piedra para la casa del gamín, este vistoso personaje que recorre la ciudad en busca de protección, que duerme en las calles y que aprende rápido a delinquir al amparo de una sociedad no siempre sensible ni abordable, pero que también sabe reaccionar como se ha demostrado con esta saludable caminata.
La Patria, Manizales, 16-III-1974.